Guerra Mundial Z: Una historia oral de la guerra zombi - Max Brooks
De todos los monstruos clásicos, los zombis siempre son los que más me han aterrorizado. La mera idea de que algo no se limitase a aparecer sólo por las noches (como los vampiros o hombre-lobos) que no se pudiese matar fácilmente (puesto que ya están muertos) me causaba auténtico terror. Además del deplorable aspecto de miembros putrefactos, de los ruidos guturales… No entraré en la lógica de los zombis, que cómo pueden moverse si los músculos están atrofiados o los huesos tan quebradizos, sobre el aspecto físico, qué cuál es su propósito, etc.
Hoy toca hablar del estupendo libro de Max Brooks – Guerra Mundial Z: Una historia oral de la guerra zombi del año 2006. Un libro construido a base de multitud de entrevistas narrado en primera persona por múltiples protagonistas. Bajo esta interesante y atípica premisa, Max Brooks nos lleva a lo largo y ancho del planeta para contarnos desde el descubrimiento del paciente cero por un doctor chino en una remota aldea hasta los últimos coletazos de la contienda pasando por diferentes batallas por la supervivencia (la batalla de Yonkers es épica) que enfrentó a vivos y muertos. Un periplo en el que hay cabida tanto para los relatos más íntimos y personales como para los pasajes más espectaculares.
El autor nos transporta por los cinco continentes, y agradecemos que el libro no sólo se quede en la superficie del terror de criaturas putrefactas y nos proponga un relato de terror de supervivientes al límite, pánico a una pandemia desconocida y reflexiones geopolíticas muy, muy profundas. Leo que Guerra Mundial Z es heredera 11-S… ¿Y qué no lo es? El 11 de septiembre nos cambió a todos. El terror absoluto de qué todo era posible, el pavor de desconocer qué iba a pasar en el futuro… de aquí se nutre el libro, no cabe duda.
Max Brooks
El problema de Max Brooks y del libro es que al final lo que es mega interesante y original, se alarga demasiado, y aunque el autor combina muy hábilmente distintos puntos de vista para no repetirse, me queda la sensación de que se van repitiendo los personajes, pero con distinta nacionalidad y nombre. No digo que sea aburrido, ni mucho menos, pero quizás las casi 500 páginas se hubiesen podido reducir “algo”.
Curiosamente, el autor tuvo que renunciar a una parte importantísima (el origen de la infección y/o pandemía) de su libro para no renunciar al mercado chino. El paciente cero pudo haber sido un niño que fue atacado por un animal en la presa de las tres gargantas en China.
Mencionaré de pasada que Max Brooks es hijo del cómico Mel Brooks, puesto que no hay artículo sobre el libro que no mencione este hecho. Y si lo notifico es para ensalzar el valor de hacerlo con tu propio nombre. Podría haberlo hecho como Joe Hill (¡sorpresa, es el hijo de Stephen King!) y buscarse el reconocimiento sin el amparo de ser “el hijo de…” o hacerlo como Max Brooks… qué demonios, es mi nombre y estoy orgulloso de llamarme así. Ambas opciones muy lícitas.
Para terminar, añadiré un extracto del libro que particularmente me ha gustado mucho dónde el periodista entrevista al general D’Ambrosia en el CIC, el Centro de Información de Combate.
“Todos los ejércitos, no importa si tienen la mejor tecnología o son guerrilleros en la selva, tienen que someterse a tres restricciones básicas: tienen que hacerse, alimentarse y liderarse. Hacerse: se necesitan soldados, o de lo contrario no hay ejército; alimentarse: una vez que se tiene un ejército, hay que darles lo que necesitan para sobrevivir; y liderarse: sin importar lo descentralizada que sea una unidad de combate, tiene que haber alguien entre ellos con la autoridad de decir “síganme.” Hacer, alimentar y liderar; y ninguna de esas restricciones afecta a los muertos vivientes. ¿Alguna vez leyó Sin Novedad en el Frente? Remarque describió una imagen muy vívida de una Alemania “vacía,” porque hacia el final de la guerra, simplemente se estaban quedando sin soldados para enviar. Se pueden estirar los números, enviar a los viejos y a los niños, pero eventualmente se va a llegar a un límite… a menos que cada vez que se mate a un enemigo, éste regrese a la vida a pelear del lado de uno. Así es como opera Zack, ¡aumentando sus números al acabar con los nuestros! Y la cosa sólo funciona en un sentido. Infecta a un humano, y se convierte en zombie. Mata a un zombi, y se convierte en un cadáver. Nosotros sólo podíamos debilitarnos, mientras que ellos se volvían cada vez más fuertes. Todos los ejércitos humanos necesitan abastecerse, pero ese ejército no. Nada de comida, ni municiones, ni combustible, ¡ni siquiera agua para beber y aire para respirar! No había líneas logísticas qué cortar, ni depósitos para destruir. No se los podía rodear y esperar a que se murieran de hambre, ni que se “secaran en el árbol.” Uno encierra a cien de ellos en un cuarto vacío, y tres años después salen de allí igual de letales. Es irónico que la única manera de matar a un zombi sea destruir su cerebro, porque como grupo, no tienen ningún cerebro que los coordine. No había líderes, ni cadenas de mando, ni comunicaciones o cooperación de ningún tipo. No había ningún presidente qué asesinar, ni un búnker para bombardear. Cada zombi es en sí mismo una unidad autónoma e independiente, y esa última ventaja es la que resume todo el conflicto.”
Puntuación final: 4 ⭐de 5
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PS:
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Por supuesto, no me olvidaré de que la súper producción protagonizada por Brad Pitt del año 2013 dirigida por Marc Forster, no se parece al libro más que en el título. Por tanto, nada que comparar o reseñar... sigan circulando, arrastrando sus pies y exclamando ruidos guturales...
Me parece un acierto y es lo que le da el toque distinto: el carácter epistolar. El hecho de estar redactado como si fuera una recopilación de informes, cartas, entrevistas... Ese hecho que siempre me ha fascinado desde el Drácula de Stoker y que le da tanta sensación de verosimilitud al texto es su principal virtud.
ResponderEliminarExcelente aportación por parte de Luis. Muy interesante. Hay una especie de secuela-precuela de este libro. Se llama La marcha Zombie y son 80 y pico páginas. 4 relatos. En «El desfile hacia la extinción», vemos la guerra entre zombis y humanos a través de los ojos de un vampiro preocupado, por primera vez, por el futuro. China muestra todo su poderío en «La Gran Muralla», donde la invasión zombi se combate con trabajos forzados en una extraña construcción. «Steve y Fred» es un relato de doble filo que desafía las fronteras entre realidad y ficción, entre el arquetipo y la víscera. El colofón del libro, «Punto final, S. A.», nos presenta a un terapeuta danés que, tras la plaga, pone en marcha un peculiar tratamiento para supervivientes con familiares infectados.
ResponderEliminar¿Merece la pena leer "La marcha zombi"?
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