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La visita de Rufino

 


HACE TRECE AÑOS.

Rufino estaba desesperado en la sala de espera del hospital.

Los hospitales son aburridísimos. Al igual que los tanatorios. No hay ni hilo musical.

Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que se había acercado a la máquina de café y de sándwiches a picar algo. Por lo menos cuatro veces en los casi 20 interminables minutos que llevaba aquí.

Y encima estas máquinas son un atraco a mano armada. Menos mal que Rufino metía la mano por debajo de la bandeja de salida y con una percha doblada sacaba lo que quisiera. Pero eso no quita que sean carísimas. Nadie se puede permitir adquirir sus productos y menos un lobo de bien como él.

Se volvió a sentar en esa silla de plástico que reventaba a cualquiera y a seguir esperando.

Apoyó sus codos en sus rodillas y empezó a resoplar. Estaba incomodísimo. También tenía algo que ver que se hubiera puesto el único traje que tenía limpio. Arrugado y estrecho.

¿Pero qué iba a hacer? ¡Le habían llamado con mucha urgencia y tuvo que improvisar! ¡Y menos mal que no vino como Dios le trajo al mundo!

Súbitamente se abrió la puerta del paritorio y salió el padre entre nervioso y alegre.

Rufino se levantó de un salto y le dio el ramo de flores marchitas que llevaba treinta minutos guardando bajo el trasero.

¡Felicidades campeón! dijo Rufino sin fijarse mucho en el padre.

¿Eh? Muchas gracias, pero no sé quién eres respondió Luis.

¿Dónde está Isidrín y mi hermana? preguntó Rufino bastante extrañado.

¡Y yo qué sé! Acaba de nacer mi hijo Mateo y a mí déjame de gaitaschilló Luis buscando con la mirada a los de la seguridad del hospital. 

¿Pero, no es este el hospital de Nuestra Señora de la Loba solitaria? preguntó Rufino mientras le agarraba de la pechera al recién estrenado padre y le restregaba de izquierda a derecha, el ramo en la cara.

¡Pues no! ¡Socorro! ¡Qué alguien me ayude! ¡Un lobo malo antropomórfico me está pegando! gemía Luis mientras se tiraba al suelo.

Unos hombres de seguridad corrían en dirección a la pareja. Rufino valoró seguir dándole patadas al pobre padre y enfrentarse a los asesinos que venían o tirarse como un valiente por la ventana.

La opción de la ventana ganó en esa liza y Rufino se precipitó a través de ella.

No se hizo nada, era una planta baja. 

Se sacudió un poco las perneras del pantalón y se marchó corriendo. 

Maldijo con el puño en alto a los de seguridad, al padre, al hospital y a las máquinas de café por usureras.

A ver si le daba tiempo a llegar al otro hospital. Y también si de camino podía apañarse a coger otro ramo de flores de alguna tumba.


¡Muchas felicidades a mi sobrino Mateo por su cumpleaños de su tito!

¡Y le debo un relato a Emilio! 

Dibujo de Isstgeschichte

Comentarios

  1. Muy emocionado de que Rufino haya tenido este grandísimo detalle conmigo. ¡Algo querrá a cambio! Muchas gracias. Se lo leeré a mi hijo infinidad de veces… dos (es broma)… alguna más. 😌

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  2. Rufino es así. Un desprendido. Una estrella del firmamento. Un dios entre insectos.

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    Respuestas
    1. Cada vez que buscas HERMOSURA en Wikipedia, sale una foto de Rufino.

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  3. Qué gran detalle del tito Klaus

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