La fosa eterna - Klaus Fernández (Mes antológico Cthulhu)

Recibimos el mensaje vía sub lumínica de nuestros compañeros peregrinos hace unos años.

Era esperanzador, escueto y simple. "Hemos encontrado un planeta, similar al nuestro, viable con nuestra especie. Venid todos. La especie dominante es torpe y poco evolucionada. Será sencillo asimilarlos". 

Nos embarcamos en nuestra inmensa nave-ciudad, con una capacidad de un millón de almas, con los corazones hinchados de esperanza. Llevábamos muchas decenas de años buscando un planeta, que estuviera compuesto en su mayoría de agua, como lo fue nuestro amado hogar.

En el mensaje también venían cifradas sus coordenadas espaciales de ubicación. No estaba lejos, sólo a escasos veinte años luz de nuestro planeta. Decidimos poner la nave en modo automático y sumirnos todos en el hipersueño. Todos, excepto un voluntario, el peregrino Rho, que saldría cada pocos años de su cámara de hibernación, revisaría todos los sistemas vitales, completaría labores básicas de mantenimiento y comprobaría la ruta de navegación trazada. Una vez finalizadas sus tareas, volvería a unirse a nuestro sueño espacial.

Todo iba bien hasta que dejó de estarlo.

Cuando yo, uno de los miembros del alto consejo, desperté hace días, el caos reinaba en la nave. 

Rho había perecido hace meses, debido a una avería de su cápsula, y la nave-ciudad, ante la falta de instrucciones manuales, había activado el protocolo de emergencia. La nave había igualado las coordenadas de punta de entrada al nuevo hogar con las de la emisión del mensaje. Nada más atravesar la atmósfera del nuevo planeta, nos habíamos precipitado al fondo del océano llevándonos por delante el puesto avanzado de la colonia peregrina.

Nuestro consejo de peregrinos llegó a la conclusión, tras análisis profundos que nos hallábamos en el fondo de una fosa eterna en el mar. También se constató que la nave era inservible para poder volver a funcionar. La presión exterior del mar era inviable para nuestra vida y que, a lo sumo, aguantaríamos un año dentro de la nave-ciudad.

Lo primero que decidimos fue, con gran dolor, desconectar del soporte vital a la mitad de los durmientes. Ganábamos casi dos años extra de vida.

Los elegidos fueron los ancianos, los trabajadores poco cualificados y los niños. Mis hijos estuvieron entre ellos.

Tras cinco años en esta situación, y tras numerosas cribas, la situación volvía a ser dramática. Nuestro ritmo de consumo de oxigeno y víveres aumentaba vertiginosamente. Se ejecutaron a algunos ladrones pero no era una solución eficaz o duradera, y se empezaban a producir revueltas y robos de comida.

El alto consejo se quedaba sin opciones. Aunque llevábamos ya varios años alimentándonos en secreto de los primeros durmientes "desconectados", como carne metida en un congelador, y habíamos replicado con éxito un bosque para la creación de oxigeno, la ciudad empezaba a evidenciar fallos estructurales. La presión exterior de la fosa era brutal. 

Nuestro miembro más sabio se ofreció voluntario para una arriesgada modificación genética. Una que nos permitiera resistir el nuevo entorno que nos rodeaba en el exterior. 

Tras otros dos años y varias modificaciones exitosas, que nos han hecho perder nuestra forma original, parece que seremos capaces de salir de nuestra nave y arriesgarnos a vivir en el exterior.

En cambio, nuestro amado líder, ha sufrido demasiadas alteraciones y apenas es capaz de moverse. Sufre terribles dolores y hemos tenido que inducirle al sueño eterno. Le despertaremos una vez seamos capaces de encontrar una cura a su mal.

Nosotros seremos los que saldremos de la nave, abandonaremos lo que fuera nuestro hogar hasta la fecha y nos lanzaremos a la conquista.

Sellamos la entrada de la ciudad pronunciando unas frases en nuestro idioma, el aklo, y dejamos atrás a nuestra nave, la R'lyeh. Nuestro amado líder, el gran Cthulhu, permanecerá durmiente y esperando que dominemos este planeta en su nombre. 

Este mundo al que sus habitantes llaman Tierra.

Ph´nglui mglw´nafh Cthulhu R´lyeh wgah´nagl fhtagn (En la ciudad de R´lyeh, el difunto Cthulhu espera soñando).

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