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Yo, gato - Basado en Negra naturaleza (Especial Halloween 2023)


Un asesino psicópata merodea por el vecindario.

Implacable, sediento de sangre, no tiene remordimientos, no se ve harto de asesinar.

¿El extraño vecino del séptimo? ¡No! ¡Yo, Zarpitas! ¡El gato! ¡Hostias!

La verdad es que ya no recuerdo cuando empecé a disfrutar matando. Creo que inicié mi andadura asesinando lagartijas callejeras, pequeños pajarillos que se posaban distraídos en el alfeizar de mi ventana, toda clase de animalitos insignificantes que apenas me daban diversión para unos minutos.

Yo deseaba más. Necesitaba calmar este ardiente escozor que me quemaba en lo más profundo de mi alma. Una sed de sangre que sólo se me apaciguaba con la satisfactoria sensación de quitar una vida. O dos. O tres. Para estas cosas no hay que andarse con remilgos. O te pones o no te pones, ¿verdad? ¡Pues eso digo yo!

Mi raza siempre ha sido venerada, ya desde el Antiguo Egipto, y como tal tengo el poder -y la obligación- de quitar vidas. 

Mi siguiente objetivo se me ocurrió mientras me lamía los huevos repanchingado en el sofá orejero de la que se creía que la casa era suya; una vieja apolillada llamada Martina que había cometido la osadía de ponerme de nombre Zarpitas. ¡Me llamo Atum-Ra! ¡Hostias!

La próxima víctima de mi lista era el perrito de la vecina del ático. Fifí o Loki se llama, me importa una mierda. 

Me he agenciado un bote entero de matarratas en unas de mis incursiones a Liu, la tienda oriental de la planta baja de mi edificio. La verdad es que pasé un poco de miedo, ya que hay que ser muy cauto cuando entro en esa tienda. Nunca sabes si pueden atraparte y acabar en el menú del restorán de al lado.

Por la noche le echaré todo el bote, hay que asegurar, en su comedero, pero antes debo ver quien ha llamado a la puerta. Soy un poco cotillo.

¡Es el pesado de los cojones del vecino del séptimo! No me gusta y no parece de fiar. Pero Martina le ha dado una lata de atún, mi manjar preferido, de las que me vuelven loco y muy nervioso. Me frotaré un poco entre sus piernas maullando para que me la dé cuanto antes, se vaya a tomar por culo y yo a lo mío.

Martina cree que podemos ser amigos, el vecino y yo. ¡Craso error! ¡Yo no tengo amigos!  ¡Sólo súbditos y enemigos! ¡Hostias!

El vecino me deja la puta lata encima del alféizar de la ventana abierta. Ya lo podía haber dejado en el suelo. Me anoto mentalmente cargármelo después de Fifí.

Mientras devoro con hambre -y un poco de ansia viva también- la lata, un palo de la fregona que sale de la nada me golpea en la barriga y me hace precipitarme al vacío. Alcanzo a ver que me la ha jugado el vecino. ¡Ah, un igual! ¡Un asesino disfrazado!

Con rápidos y desesperados movimientos intento salvar mi vida, pero sólo consigo golpear una pared, unas cuerdas de tender la ropa, una barandilla y finalmente quedar tendido en una terraza del edificio de al lado.

¡Hala, otra vida descontada! ¡Ya sólo me quedan dos de las nueve! ¿Y las otras siete? ¡No preguntes, las taquerías y salas de juego de Méjico son muy malas para un ludópata como yo! 

El canalla del vecino, Fonsi, se asoma a la ventana, sonríe decepcionado y regresa al interior de mi casa. 

Me retiro un mero hilillo de sangre que me sale de la boca y la nariz, e inicio mi ascenso de vuelta.

El mierda del perrito deberá esperar. Ahora debo encargarme del humano.

La que se cree mi dueña me llama buscándome. No tengo tiempo para gilipolleces.

Descanso un poco en el tercer piso, me duele todo. Me sorprendo oyendo voces en el ático. Fonsi está arriba, ha cambiado de piso en un santiamén. Es la vivienda de Fifi. Quizás pueda hacer un 2x1, como en el Carrefour, y cargármelos a los dos. 

Mientras asciendo con fatiga observo como una pelotita amarilla cae desde la terraza del ático, el perrito de los huevos con su suave melena al viento le sigue en su caída.

Escucho algunos frenazos de coche y gritos histéricos. Ahora todo el mundo estará mirando hacia arriba.

Uno menos. Me queda otro.

Cuando estoy a punto a de llegar al borde de la terraza veo asomarse un peluche con un color similar a mi pelaje. La mano de Fonsi lo deposita en un tubo que bordea la pared exterior que está a algo más de un metro del borde. 

Pero saco fuerzas de la flaqueza y me planto delante de él, lleno de vida y rencor. 

Ataco sin piedad la cara desprotegida de Fonsi con mis cuatro extremidades y le hago que pierda el equilibrio cayendo al vacío. Mientras lo hace utilizo su cuerpo como escala para llegar al borde sin dificultad.

El imbécil de Fonsi se golpea contra una pared, unas cuerdas de tender la ropa y contra una barandilla del piso de al lado. Su carambola le saca al asfalto reventando como un melón a sol.

"¿A qué jode? ¿Esto no te lo esperabas tú, eh mamón?", pienso satisfecho.

Veo que la gente vuelve a mirar hacia arriba. 

Me he quedado con ganas de más. Lo mismo me cargo a la vieja también. 

No me veo harto.

Este intento de relato está basado en Negra Naturaleza de Alberto "Beto" Jiménez.

Todos los derechos reservados están por él. ¡Hostias!

Only you - Selena Gómez


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Comentarios

  1. Muy gracioso, ¡Hostias! Nadie está libre que no le fusilen un relato y para eso Klaus es un cráck.

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  2. Esto de parodiar a mis compañeros escritorzuelos se ha convertido en una buena costumbre mía. ¡Tiembla Enlayers!

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  3. Vaya con el asesino despiadado, me refiero al francotirador Klaus. Y vaya con Atum-Ra, cómo se las gasta. Ardo en curiosidad por leer tu versión de una de mis historias. Sería un honor. ¿Habrá especial de navidad? 😉

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  4. Jajajaja. Vaya con el punto de vista. Enhorabuena, Klaus.

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  5. Di que sí. Todos los personajes en los relatos tienen su propia historia y personalidad. Gracias por meternos en la cabeza de Zarpitas. Me he partido de la risa 😂

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