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Aventuras en el bosque - Una historia de Rufino con Carla & Dani

 


¡Nos hemos perdido en este bosque y aquí no viene nadie! —chilló, presa del pánico, Carla en tanto miraba a su hermano Dani.

Él la miraba sorprendido, tampoco era para tanto. Su madre, Ana, les había organizado una excursión a un bosque perdido para que hicieran cosas juntos, hacer senderismo, ser uno con la naturaleza y esas tonterías. Aunque ambos sospechaban que lo que realmente pasaba es que su madre deseaba estar ese fin de semana a su aire metida en la bañera, con dos rodajas de pepino en los ojos y bebiendo champán. Cosas de madre.

Los despachó a ambos, dándoles unas palmaditas en los traseros y cerrando la puerta tras ellos con un suspiro de alivio.

Carla con la nota de la dirección en una mano y en la otra, la mano de su hermano, se dirigieron al bus. Su madre les dijo que en un bosque cercano, a pocos minutos en trayecto, se encontrarían con su monitor de aire libre.

El viaje fue un infierno. De cerca, nada. Casi cuatro horas en un bus oxidado, rodeado de un porrón de gallinas y sin aire acondicionado. ¡Y lo peor, sin Wifi ni cobertura! ¡Carla no pudo subir ni una sola foto a su Insta documentando su pesadilla!

Dani, en cambio, estaba más tranquilo. Esto era divertido. Aun saliendo de su zona de confort, le gustaba hacer cosas con su hermana. ¡Y era muy gracioso ver a Carla quejándose de todo!

Llegaron de tarde a la entrada del bosque, el autobús arrancó dejándoles abandonados y envueltos en una nube de polvo. Tras toser unos buenos diez minutos esperaron en la parada del bus, que era el punto de encuentro con el monitor.

Para entretenerse hasta que llegara el monitor, se pararon a mirar todos los anuncios y carteles que adornaban la parada. Ésta estaba repleta de carteles de "Se Busca" de un tal Rufino, un lobo que parecía que era más malo que darle a un padre con un calcetín sudado.

¡Y cuál sería su sorpresa cuando el tal Rufino salió tras unos árboles arrascándose una pierna en un estado bastante lamentable! 

Carla y Dani, ante tal dantesca visión, huyeron despavoridos internándose en las profundidades del bosque.

¡Nos come vivos! ¡Y crudos, sin cocinar ni nada! gritó Dani mientras adelantaba a su hermana corriendo. Carla, para retrasar a Rufino, le fue tirando de todo lo que se encontraba a su alcance: unas piedras, varias ramas, la paellera con arroz de unos excursionistas, el neumático de un camión y las zapatillas. Nada detenía a la mala bestia, que les perseguía e intentaba decirles algo, pero en su estado no se le entendía nada.

¡Tírale el móvil! dijo Dani ¡Creo que a los lobos les gustan las cosas brillantes!

¡Eso son los conejos! ¡O los cuervos! ¡No sé, estoy muy nerviosa! ¡Y antes me arranco un brazo que tirarle mi móvil! contestó Carla.

La persecución duró toda la tarde-noche. En esas horas los hermanos hicieron piña para intentar vencer al malvado lobo a base de trampas, lanzarle cosas, ocultarse en cuevas. También le entretuvieron un rato dejándole una botella de agua a medio llenar para que tratara de ponerla en pie tras lanzarla al aire, hacerle comer un limón, y haciéndose los tres un selfie con los dedos con la señal de la victoria.

Los hermanos hacían un buen equipo y más de una vez estuvieron a punto de vencerle.

Rufino, les iba maldiciendo, puño en alto y diciéndoles que se detuvieran, gritándoles algo. O algo parecido. No estaban los hermanos para escuchar lo que tuviera que comentarles ese bestia parda, ese lobo vestido con un peto y la boca llena de afilados dientes.

Tras pasar unos árboles, llegaron de nuevo a la parada de bus. Ahí, acaba de llegar, el transporte en el que se subieron ipso facto. El autobús arrancó dejando, esta vez, al recién llegado lobo envuelto en polvo y humo de gasolina.

Carla y Dani se abrazaron fraternalmente. Lo habían conseguido. Nada podía con la familia Montes si se trabajaba en conjunto. 

Rufino, tosiendo, marcó un número de teléfono en su móvil.

¿Ana? Soy Rufino. ¡Mira, esto, no he podido hacer la actividad con tus hijos! ¡Han salido corriendo nada más verme! ¿Qué? ¡Sí, están bien! ¿Qué no voy a cobrar nada? ¡Te como viva como no me pagues! ¿Estás ahí? ¿Hellooooo? ¿Me has colgado?

Rufino, un buen lobo pero nefasto monitor de Aire Libre, suspiró. "Nada, que esto no es lo mío", pensó y regresó al bosque con las zapatillas de Carla que le quedaban divinas puestas.


Para Carla, Dani y Ana, espero os guste.


¡La estupenda banda sonora del relato!

Cyndi Lauper - Girls just wanna have fun




Comentarios

  1. Muy divertido. Rufino no defrauda... Nunca. Y sí, lo tengo a mi lado dictándome el texto.

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  2. Menos quejarse y más decir cosas bonitas de mi excelsa persona.

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  3. Pues si es un perfecto monitor de aire libre. No sólo les ha enseñado el bosque sino que han podido organizar un trail con orientación y todo. Y han sacado sobresaliente que han conseguido volver a la parada del bus de una sola pieza. Un monitor de 10, ya te lo digo yo

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