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El mal de Ivanosky - Enlayers (Mes antológico Cthulhu)




El momento ha sido calculado con precisión. Una doble moral mojigata e hipócrita ensalza el capitalismo consumista más devastador como forma de vida ideal. El desmoronamiento de la fe y la exaltación de la individualidad se dan la mano y conforman un caldo de cultivo perfecto para el advenimiento del maestro. Millones de Almas, huecas y carentes de propósitos, pronto serán bendecidas con el espíritu de la renovación.

Las legiones de Cthulhu están preparadas. Ya vienen.

15 de junio de 2025, 9:00 horas.

Los principales medios de comunicación argentinos emiten un comunicado. Mirey, el presidente de la república, anuncia la entrada en vigor desde ese mismo momento del estado de excepción en el país. A continuación proclama una nueva reforma constitucional que le permitirá, en la práctica, gobernar con un régimen dictatorial.

Esa misma mañana, a la misma hora, a Silvana Aguafuerte se le viene el alma a los pies cuando su barco llega a destino. Un doble grado en derecho y ADE y un doctorado en derechos aduaneros e impuestos especiales por la Universidad Austral de Buenos Aires, le han permitido el acceso a aquellas ambicionadas prácticas. La Pampa Energía, la empresa energética más prestigiosa de Argentina y probablemente de todo Suramérica, es una pera en dulce para cualquier recién licenciado. Sabe que debería estar feliz y sentirse afortunada por tener esta oportunidad y, sin embargo, no es así como se siente al desembarcar. Silvana creía haber jugado bien todas sus cartas y haber atado perfectamente todos los cabos. Sin embargo lo que no había previsto era el destino donde llevaría a cabo dichas prácticas: La Isla Grytviken, un pequeño trozo de tierra perdido al sur del Atlántico, en medio de la nada más absoluta.

La joven se queda paralizada en el muelle y mira a su alrededor buscando alguna pista de por qué diablos ha ido ella a parar a aquel lugar perdido de la mano de Dios. Lo primero que capta su atención no son el par de pequeños barcos oxidados que descansan en la ensenada, con aspecto de haber realizado hace mucho tiempo su último viaje. Tampoco son los silos de aceite igualmente mugrientos y decrépitos, herencia de la época en la cual aquello fue una próspera estación ballenera del imperio inglés. Y ni siquiera son las cuatro edificaciones anodinas y funcionales que componen el pueblo, si es que se puede llamar así, pues allí no vive nadie de forma permanente. Lo que llama poderosamente la atención de Silvana es la iglesia de Grytviken. De paredes excepcionalmente blancas y tejados absurdamente negros, destaca como un faro sobre el imponente fondo agreste y descarnado de la isla. Siendo objetiva, debe reconocer que aquel lugar impresiona y sobrecoge a partes iguales.

En ese momento un hombre sale de uno de los edificios y se acerca corriendo a saludarla. Su nombre es Carlos Larssen, se presenta al tiempo que le da un fuerte apretón de manos y se hace cargo de su equipaje. A continuación la guía hasta lo que será durante los próximos meses su hogar. Por el camino le hace una breve composición del lugar. Nada que no haya deducido ella sola desde el momento en el que desembarcó.

28 de marzo de 2026.17:31 horas.

Jon Eunu atraviesa corriendo la explanada del instituto de investigaciones KAIST de Daejeon. Pasa bajo la torre Mazinger y se interna en la avenida de los cerezos. No tiene tiempo para deleitarse con la plenitud de la floración de los mismos. Llega tarde y esta vez, ni siquiera la intervención de Riu Sol-yu podrá salvarle.

Cuando accede al salón E3 del pabellón de convenciones, todo el mundo está en sus asientos y susurran emocionados ante la enorme pantalla que preside la sala. Busca un asiento libre al lado de Riu y se dirige en la penumbra hacia el mismo. A Yun-sa-nim no se le escapa su retraso y, a pesar de las tinieblas, puede ver en su mirada que está despedido. Aun así el acontecimiento es demasiado importante como para no sentirse invadido por la misma pasión que todos los presentes.

Ese día es el colofón de un proyecto en el que han trabajado todos los presentes durante más de una década. En la sala hay ciento veintisiete personas y él, Jon Eunu es uno de los artífices del sistema de navegación que contribuirá al éxito de la orbitación del primer satélite ambiental: el Alvin MTG-7. Una sonrisa genuina se dibuja en su rostro cuando mira a Riu, quien está radiante.

Una cuenta atrás comienza a través del sistema Dolby Surround de la sala. El silencio invade el auditorio y todos fijan sus miradas en la gran pantalla. En la misma se ve un plano general de la estación de lanzamiento Mahia, ubicada en Nueva Zelanda. El cohete Electrón, de Rocket Lab, se exhibe imponente sobre la plataforma de lanzamiento. La cámara cambia y muestra un primer plano de los motores cuando alcanzan su máxima potencia, preparados para impulsar al cohete hacia el firmamento.

En ese momento un escalofrío recorre la columna vertebral de Jon Eunu quien siente que algo no va bien. Mira alrededor buscando la causa de su desasosiego. Su búsqueda se detiene cuando se fija en Yun-sa-nim. El director del proyecto luce una sonrisa torcida y una mirada desquiciada que le dan a su rostro una expresión demente. Y de alguna manera, sabe que todo aquello es un error, que aquel hombre les ha traicionado a todos y que debe parar aquel lanzamiento. No hay tiempo. La cuenta atrás finaliza y el cohete despega majestuoso con su mortífera carga a bordo.

2 de abril de 2026 4:14 am. 

Otro temblor ha vuelto a recorrer la isla, pero esta vez ha sido mucho más fuerte que los anteriores. Silvana se encuentra en la iglesia, rezando frente al altar. Levanta la mirada hacia la imagen de Cristo a tiempo para ver cómo el pie de la pila de agua bendita se resquebraja. La pileta se precipita hacia el suelo y choca estrepitosamente contra el mismo. A continuación gira sobre uno de sus ejes como si fuera una peonza. Después se desploma con estrépito sobre el frío suelo de mármol. A su alrededor aparecen varias grietas que se ramifican rápidamente. El eco que provoca el golpe resuena por toda la iglesia y, antes de que termine, el piso cede y la pila desaparece.

La curiosidad vence al miedo y Silvana se acerca al agujero que ha aparecido bajo el altar de la iglesia. Cuando se asoma ve un enorme pozo de hielo cuyo fondo no alcanza a distinguir. Mira alrededor, recoge uno de los trozos más pequeños del pilar roto y lo lanza al vacío. No hay sonido de retorno. Está a punto de recoger una nueva piedra cuando un viento helado asciende desde el fondo del agujero, acompañado del gemir de mil lamentos. Silvana retrocede asustada, tropieza con uno de los bancos y cae al suelo. El eco se detiene y un silencio ominoso recorre la iglesia durante unos segundos interminables. Parece que el tiempo se ha detenido. Silvana espera, paralizada por el miedo, pero nada ocurre. Suelta aire e intenta calmarse. En ese momento un fuerte golpe resuena tras ella y una helada ráfaga de aire recorre la estancia. Una silueta se recorta a contraluz en la puerta de la iglesia. Silvana recula presa de un terror ancestral mientras la figura avanza y, antes de que pueda reconocer el rostro de Carlos, se precipita a través del pozo de hielo.

En ese mismo momento, otra persona cae, aunque en esta ocasión lo hace desde el expo Bridge de Daejeon. Se trata del cuerpo de Jon Eunu. A pesar de que en esta ciudad son las tres de la tarde, la temperatura del agua del río Geum no supera los once grados y eso hace que despierte casi inmediatamente. A pesar de tener una pequeña conmoción, varias contusiones y un brazo roto, debido al atropello que ha sufrido, sorprendentemente sigue vivo. De alguna manera consigue llegar a la orilla e intenta esconderse entre la escasa vegetación de la orilla. Tiene síntomas de hipotermia y el dolor del brazo roto es insufrible. Necesita asistencia urgentemente, pero tiene miedo de llamar la atención. Valora sus opciones y toma la única resolución coherente: buscar ayuda médica.

Pero debe tomar un mínimo de precauciones. Presupone que le dan por muerto y eso debería jugar a su favor, pero no debe confiarse. Descarta inmediatamente los dos centros médicos más cercanos al expo Bridge, el Sun Center y el Hospital General. Finalmente se decanta por acercarse al hospital universitario de Chungnam donde, sin hacer demasiadas preguntas, le escayolan el brazo y atienden el resto de sus heridas.

Mientras descansa un momento en los bancos de la sala de espera, ve las noticias. El satélite saboteado parece descontrolado y ya está causando los primeros desastres naturales. Sabe que es sólo el principio y se siente responsable de aquello. Tal vez, si pudiera acceder a la sala de informática avanzada del Instituto de investigaciones, podría conectarse al sistema de navegación del satélite. Eso le permitiría variar su rumbo y desintegrarlo contra la atmósfera antes de que causara mayores daños. El sistema KASS dispone de una puerta trasera para casos de emergencia cuya existencia sólo conocen dos personas: él y Riu. Ata cabos y llega a la única conclusión que justificaría que hayan intentado acabar con su vida: los saboteadores del proyecto poseen esa información. Jon abandona inmediatamente el hospital. Debe avisar a la que es su compañera de proyecto, su mejor amiga y su novia. Riu Sol-yu.

Riu se encuentra en esos momentos en un pequeño restaurante llamado Chayana del centro de la ciudad, degustando unos pinchos de cordero acompañados con aros de cebolla. Está de muy buen humor y brinda con una Cass con su compañero de mesa. Acaban de anunciarla su ascenso en el departamento de Ingeniería del Instituto KAIST. La persona que la acompaña y que acaba de darle tan buena noticia no es otro que el maestro Yun-sa-nim.

Poco después, en algún punto en medio del océano Pacífico, los rotores de un helicóptero despiertan a Silvana. Parpadea con esfuerzo e intenta ubicarse. Un rostro aparece en su campo de visión. Lo conoce, pero tarda un rato en asociarlo con un nombre: Carlos Larssen. El joven le está explicando que están siendo trasladados al continente debido a que ha sido proclamado el estado de emergencia en el país. Por el tono que utiliza, al parecer le está repitiendo algo que, en teoría ella debía de saber. “Sigues teniendo mala cara, deberías tomarte algo” le dice. Al parecer se ha mareado durante el viaje y se ha desmayado. Intenta recordar, pero no puede. La última imagen que le viene a la memoria es la pila bautismal de la iglesia de Grytviken.

Más tarde llegan a Río Grande. La ciudad es un caos. El pequeño aeropuerto está colapsado pues todo el mundo quiere abandonar la zona. Las noticias son confusas en los medios de comunicación pero todo parece indicar que la Tierra se ha descontrolado, Hay efectos atmosféricos de una inusitada virulencia a lo largo y ancho de todo el planeta. El continente americano está sufriendo un número inusitado de terremotos con magnitudes por encima del grado seis y no paran de generarse nuevas réplicas. La probabilidad de tsunami en varios puntos de la costa oriental es inminente.

Las imágenes que puede captar Silvana desde el helicóptero son desalentadoras. Está tan impactada por lo que sucede ahí abajo que ni siquiera nota la aguja que le inyecta una buena dosis de prilocaína.


Foto de Stock por Vecteezy

Han pasado sólo veinticuatro horas desde que intentaron asesinar a Jon atropellándolo y arrojándolo al fondo del río Geum. En ese tiempo han pasado muchas cosas: El hotel Onoma se ha venido abajo causando un innumerable número de muertes; le han intentado asesinar una vez más y ha descubierto que su novia es la amante del director de proyecto en el instituto KAIST.

Ahora huye por una ciudad en llamas que se encuentra en manos del pánico y la confusión. Sombras tenebrosas pueblan la noche y llenan de gritos y agonía la urbe. La tierra se sacude cada poco tiempo bajo sus pies creando nuevas grietas y simas entre las calles. De las mismas no paran de salir abominaciones que no hubiera podido describir ni el mismísimo Lovecraft. Pero Jon se niega a claudicar. Utiliza una de las muchas bicicletas abandonadas en la calle para dejar Daejeon. Se dirige al puerto de Gunsan, donde llega sin mayores contratiempos. Allí todavía no hay grietas en el suelo. A base de empujones y malos modos, consigue subirse a un ferry que se dirige a Qingdao. Las ocho horas de trayecto se le hacen eternas pero, cuando están cerca de la costa, les alcanza un pequeño tsunami. El barco es empujado con tal potencia tierra adentro que llega al barrio de Binkiacun, donde queda varado. Por fortuna, apenas se producen víctimas a bordo. Jon abandona el ferry y se dirige hacia el interior. Pretende atravesar China y llegar a Katmandú. Allí vive desde hace un par de años Eun-kiung, su madre.

Mientras consigue un billete de tren, puede ver en la televisión cómo un grupo de gente enardecida se abalanza sobre una reportera que cubre la noticia de la reunión de emergencia que se está celebrando en la Sede de las Naciones Unidas en New York. En condiciones normales este viaje apenas supone seis horas de vuelo en una línea regular. Sin embargo en esta ocasión se convierte en una odisea que dura una semana. Pero por el camino Jon no pierde el tiempo. Ha conseguido contactar con José Pliego, un amigo que conoció a través de los comentarios de un canal de youtube. Pliego trabaja en las instalaciones madrileñas de INTA diseñando guías satelitales. El español se muestra más que dispuesto a colaborar en cualquier plan que pueda ayudar a resolver el pandemónium que se está apropiando del planeta.

Una vez más Silvana abre los ojos desorientada. Se halla sentada en el borde de un estanque, en el centro de un hermoso patio donde destacan cuatro enormes palmeras. Reconoce el lugar sin problema pues ha visto fotos del mismo en infinidad de ocasiones. Está en el patio de las palmeras de la casa Rosada, sede del poder ejecutivo argentino. Pero no tiene ni idea de cómo ha llegado hasta allí y mucho menos de qué hace ella en ese lugar A su lado, una vez más, se encuentra Carlos, que la mira con genuina cara de preocupación. “Es la hora” le dice mientras le tiende la mano para ayudarla a levantarse.

Silvana nota su boca pastosa y una pesadez inusitada en sus miembros. Se da cuenta entonces de que está vestida con un hermoso vestido de gala. Pero su embotado cerebro parece estar en piloto automático. Sin cuestionarse nada de lo que está pasando, se levanta y acompaña a Carlos. Acceden a una antesala donde hay más personas. No reconoce a ninguna. Al parecer les estaban esperando a ellos porque, en cuanto llegan, se abren unas puertas de doble hoja que les facilitan en acceso al interior de la Sala de los Científicos. En sus paredes se pueden ver los retratos de grandes personalidades científicas del país. De la enorme mesa de reuniones que aparece en todas las fotos que ha visto Silvana de aquel famoso lugar, no hay ni rastro. Mientras intenta aclarar sus ideas, se abre una puerta en el otro extremo de la sala y entra el mismísimo Mirey, franqueado por dos militares de porte adusto.

El presidente se acerca y saluda, uno a uno, a todos los presentes mientras les agradece los esfuerzos y desvelos que están a punto de acometer. Todos los allí presentes han sido elegidos para formar parte del gabinete de crisis de la república mientras dure la estancia del presidente en EEUU. Mirey parte esa misma tarde hacia New York, donde asistirá a la reunión extraordinaria de la ONU para afrontar la mayor crisis internacional desde la pandemia del COVID. Argentina aprovechará, como no, para pedir responsabilidades y destituciones entre el grupo de “malhechores” que dirigen las Naciones Unidas.

Media hora después, Silvana se encuentra en medio de la barahúnda de personas que abarrotan la Plaza de Mayo. Protestan por el estado de sitio, por el estado de excepción y por el estado del país en general. Carlos sigue a su lado. Con un tierno gesto le coloca un mechón de pelo en el lugar que le corresponde. A continuación la sonríe. Pero no es una sonrisa amable, sino más bien una sonrisa maliciosa, con un toque de desprecio. «Hasta ahora lo has hecho muy bien. Sólo un último acto preciosa y podrás descansar» le promete. A continuación Silvana siente un dolor lacerante entre las costillas. Mira hacia abajo a tiempo para ver cómo un cuchillo cae sobre el pavimento, manchado de sangre, su sangre. Carlos se pierde entre la multitud en un abrir y cerrar de ojos. Ella se tambalea e intenta pedir ayuda a las personas que la rodean, pero nadie le hace caso. Se mueve entre la gente, manchando a unos y a otros con su sangre sin que nadie la asista. Finalmente cae al suelo, donde morirá poco después. Lo que no sabe toda esa gente es que a sus pies tienen el origen de su perdición, pues Silvana Aguafuerte es la primera portadora del Mal de Ivanosky. Pocas horas después Mirey, portador del mal, saludará a todos los dirigentes de las naciones unidas que se verán expuestos, sin sospecharlo al agente patógeno. La plaga que acaba de desatarse será la más virulenta que jamás haya conocido la especie humana desde sus orígenes.

Cuando Jon Eunu llega a Katmandú se encuentra con un panorama desolador. Los terremotos se han cebado con esta región y todo está medio derruido. No puede evitar compararlo con las imágenes de la franja de Gaza que han inundado los noticieros en los últimos dos años. Pero hay algo diferente aquí. La ciudad parece estar desierta. Ni tan siquiera los perros rondan por las calles. El aire transporta un olor nauseabundo que no consigue identificar. La atmósfera se va volviendo más ominosa a medida que avanza.

Siente cómo la piel se le eriza y gira rápidamente sobre sí mismo buscando el peligro que, ciertamente, le acecha. Sólo ve sombras a su alrededor. Avanza cada vez más deprisa, mientras un sol de aspecto plomizo cuelga del cielo. Jon Eunu pronto aprende que lo peor de aquel lugar no son las ruinas y los escombros, sino lo que se esconde entre ellos. No puede evitar echar a correr, intentando dejar aquella sensación atrás, pero la ciudad es realmente grande y es difícil orientarse entre las ruinas. Cuando no puede más, decide esconderse en un local que parece mantenerse en buen estado. Pero la puerta está cerrada. Mientras intenta forzar la cerradura, ve la sombra de una persona acercarse. Le pide ayuda y, entonces, la figura se alza mostrando a un ser mitad hombre mitad abominación que le muestra una sonrisa afilada y cruel.

A partir de ese momento todo se precipita. Aquella aberración se lanza hacia su posición mientras la puerta, que ha quedado a su espalda, se abre de repente y una mano tira de él hacia atrás con una fuera descomunal. Jon vuela por una habitación cochambrosa y se estrella contra la pared, cayendo semiinconsciente al suelo. A través de una nebulosa puede apenas vislumbrar cómo dos sombras se baten en duelo. Entonces unas manos comienzan a tirar de él. Lo hacen despacio, pero de forma constante. De repente su cuerpo se desliza por un conducto metálico y liso, ganando velocidad y arrojándolo al vacío.

Para cuando las sombras terminan su duelo, él ya no está en la habitación. La abominación vencedora olisquea el aire, buscando su olor, pero no consigue encontrarlo. Furiosa golpea las paredes de su guarida, que tiembla bajo los estacazos. Pero cuando ve que puede venirse todo abajo, para. La bestia emite un sonido a medio camino entre el llanto y el gorgoteo mientras se repliega y se esconde entre las sombras, esperando tener más suerte la próxima vez.

Jon despierta en un cuarto de calderas que pertenece a la zona de servicio del hotel Aayam aunque, obviamente, él no tiene manera de saberlo. La puerta se encuentra abierta y a través de ella puede ver a un hombre sentado en unas escaleras fumando tranquilamente. Cuando intenta levantarse se da cuenta de que tiene un fuerte esguince en el tobillo derecho. Aparte de eso, tiene todo el cuerpo dolorido, pero nada roto. Cojea hasta donde está el que sin duda le ha salvado la vida. Decide sentarse a cierta distancia. No quiere invadir su espacio de confort. Es lo menos que puede hacer. Le da las gracias y se sienta. Durante los siguientes minutos se dedica a observar el entorno. Parece claro que aquel hombre no vive allí. Su salvador encadena un cigarrillo con otro hasta terminar la cajetilla. Lo cierto es que sólo le quedaban tres. Entonces decide hablar.

Confiesa que no sabe por qué diablos le ha salvado la vida. Ha sido un acto imprudente y temerario que bien podía haberle costado la vida, o peor aún haberle expuesto al mal de Ivanosky. Jon no sabe a qué se refiere. Es la primera vez que ha visto de cerca un bomzi. Sin tener muy claro por qué se toma las molestias, Thagata, pues así se llama aquel hombre, le explica a Jon las características principales de dicho mal. Se contagia a través del contacto físico. Tiene una latencia de tres a cuatro días y cuando se manifiesta, lo hace de forma brutal. Si tienes suerte, mueres en menos de media hora entre horribles convulsiones. Pero si tienes un sistema inmunitario fuerte, entonces puedes sobrevivir y vivir la peor de tus pesadillas. Tu cuerpo mutará hasta convertirte en un ser a medio camino entre un humano y un siervo del inframundo de Cthulhu. Algunos sufren una mutación mucho más severa que otros y sus cuerpos se desarrollan hasta alcanzar tamaños ciclópeos. Estos últimos son los “cosechadores” y deambulan por la tierra esparciendo esporas que contaminan y condenan todo lo que tocan.

Algunos gobiernos independientes de las élites corruptas han probado de todo para intentar acabar con el mal de Ivanosky. Pero ni ejércitos, ni agentes biológicos, ni armas nucleares, han sido efectivos. Nada ha podido con los bomzis. La atmósfera creada por el satélite Alvin MTG-7 ha cumplido perfectamente su función, creando una atmósfera idónea para su conservación y proliferación. Y cuando parecía que no nos podía ir peor, se ha abierto la Falla de San Andrés y de su interior ha emergido el mismísimo Cthulhu. El miedo se ha transformado en pavor y la indefensión en desesperación. La mitad de la población mundial no ha conseguido sobrevivir. Del resto, casi el noventa y nueve por ciento se ha convertido en bomzis. En apenas dos meses, la humanidad está condenada.


27 de abril de 2036. 22:00 horas. 

Ha pasado una década desde el estallido del mal de Ivanosky y la situación se ha normalizado. Aparte de las islas de Bonanza, donde viven las élites que provocaron esta debacle, el mayor número de supervivientes se encuentra en zonas rurales o de poca población. El pueblo de Valdepeñas, en España, es una prueba de ello. Cuando empezó todo tenía una población de 30.000 habitantes. Hoy conviven allí dos mil personas con más de diez mil bomzis. Pero los supervivientes se apañan bastante bien y ya casi no tienen nuevas bajas.

Esta noche, en el aula informática de la Escuela infantil Miguel de Cervantes, Leticia Sánchez, comprueba una vez más los datos que aparecen en el monitor. A su lado está Saúl quien, al igual que ella, da clases en el IES Francisco Nieva. Detrás de ambos se arracima, impaciente, un pequeño grupo de personas de lo más dispar. En total son siete en la habitación y conforman el núcleo de la Resistencia del pueblo. El programa HDRsatTrack está completando la búsqueda de datos que se le ha solicitado. Decenas de líneas se mueven en la pantalla a gran velocidad. Poco a poco su ritmo y frecuencia se va sincronizando hasta que, en un momento dado, todas se mueven a la misma velocidad. Leticia abre una nueva ventana en la aplicación e introduce un código. Las líneas se apilan y convergen en una sola. Se abre una nueva petición de contraseña. Nadie dice nada, pero la tensión se puede cortar con un cuchillo. Inconscientemente todos se han acercado ligeramente a la pantalla. Leti busca entre sus notas y copia una clave de 13 caracteres. Tras un par de segundos interminables, donde un pequeño círculo incompleto gira en medio de la pantalla, se despliega una nueva ventana. Todos los presentes saltan de alegría, se abrazan y celebran aquel momento. Acaban de conectarse al anillo Starlink de space X. Es hora de poner en marcha el proyecto Eunu.

A quince kilómetros de Valdepeñas se encuentra el aeródromo de la Calderera, donde José Pliego revisa los cálculos una vez más. Sabe que no habrá una segunda oportunidad. Los últimos contactos que consiguió tener con Jon no fueron en vano. En su honor el proyecto Eunu lleva su nombre. Han sido diez años de trabajo, búsquedas, sacrificios y desesperanza. Un periodo de sombras y oscuridad, de miedo ancestral y temor primigenio. Pero ahora todo puede cambiar.

Suena un aviso de whatsapp en su móvil. Es Leticia. Todo está preparado. Luz verde. Las élites que conspiraron para esparcir el mal de Ivanosky tuvieron buen cuidado de preservar sus recursos y comodidades. No es casualidad que la hecatombe sucediese justo después de que se completara el anillo Starlink de space X. Pero precisamente el mantener esas comodidades será ahora el talón de aquiles de los siervos del mal. José Pliego abre las puertas del hangar. Poco después un Cessna 188 rueda por la pista de despegue. Desde la torre de control una figura solitaria confirma que puede despegar. No hay señales en el radar. Pliego asciende rápidamente buscando alcanzar cuanto antes la cota máxima de altura del aparato.

Apenas tarda veinte minutos en llegar a los seis mil metros de altitud. Para él es el momento más complicado de toda la operación. Tiene que activar un dron Euromale que lleva acoplado al fuselaje y que deberá obrar el milagro. Tras un par de intentos consigue activar el sistema de rastreo y lo desacopla. El dron cae unos metros antes de encender sus sistemas de propulsión y partir hacia su objetivo. José Pliego contacta un momento con Leticia. De momento todo sigue su curso y el Cessna 188 vuelve a tierra.

Son las 00:00 h cuando, desde aquella pequeña aula informática de la Escuela infantil Miguel de Cervantes de Valdepeñas, Leticia Sánchez activa el proyecto Eunu. La señal enviada desde el pequeño cluster de servidores creado en dicho lugar, viaja hasta el dron Euromale y desde allí hasta el anillo Starlink. El contacto se realiza sin problemas y se abre una ventana de intervención de dos minutos. La tecnología de Musk se pone al servicio de la Resistencia. Un nuevo fragmento de código llega y es enviado inmediatamente al satélite Alvin MTG-7.

Se envían tres fragmentos más antes de que la ventana de intervención se cierre. Todos los presentes en aquella aula de tecnología contienen el aliento. Entonces el milagro sucede. El código malicioso implantado en el satélite medioambiental es eliminado y un nuevo código se hace cargo del mismo. Pronto el anillo de satélites europeo Galileo recibe nuevas órdenes provenientes de Alvin. Una barrera de Tornados inversos se crea poco a poco y avanza lentamente, barriendo a conciencia la superficie terrestre. Aquellos tornados tienen una doble función. Por un lado actúan como extractores gigantes que limpian la atmósfera viciada creada por los cosechadores, diseminando las partículas nocivas por el espacio. Por otro lado, potencian el nivel de oxígeno en la atmósfera hasta unos niveles que son letales para los bomzis.

Un par de semanas después, cae el gran Cthulhu. Su cuerpo inerte y reseco se puede contemplar en toda su extensión sobre el puente de San Francisco. Al igual que él, los ciclópeos cuerpos de los cosechadores, han sucumbido y yacen esparcidos por toda la superficie terrestre. El resto de criaturas demenciales han seguido el mismo camino. Sólo entonces se desactiva el código que gobierna la red Galileo. Parece que, una vez más, nos hemos salvado como especie por un pelo. Solo queda una cosa por hacer antes de comenzar una nueva etapa: ajustar cuentas con las élites de las islas Bonanzas.

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