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Nada - Janne Teller

 


Antes de nada, ¿quién es la "desconocida" Janne Teller

Janne Teller (Copenhague, 8 de abril de 1964) es una escritora danesa que vive entre Nueva York y Berlín. Saltó a la fama con la publicación del libro que reseñamos en esta entrada y que suscitó encendidos debates en la escena literaria internacional sobre lo que los jóvenes lectores puedan asimilar o "soportar" literariamente.

Teller procede de una familia austriaco-alemana. Como macroeconomista, trabajó como consultora para la UE y la ONU en Dar es Salaam, Bruselas, Nueva York y Mozambique de 1988 a 1995. Desde 1995 se dedica por entero a su labor de escritora.

¿De qué va esta novela, lectura obligatoria en Alemania para los chavales de 14 años?

El alumno danés Pierre Anthon de trece años abandona el colegio el día que descubre que la vida no tiene sentido. Se sube a un ciruelo y reclama a gritos las razones por las que nada importa. Sus compañeros deciden reunir objetos esenciales con el fin de demostrarle que hay cosas que dan sentido a quienes somos y deciden demostrárselo llevando a una nave abandonada algo que represente lo esencial de vivir. Cada entrega duele y ahí está el valor de las cosas: duele porque verdaderamente importa.

«Es asombroso que un libro pueda ser combatido de esta manera en la Europa occidental de hoy. No por su contenido brutal, sexista o incendiario, sino simplemente por las cuestiones que plantea. Ha habido dificultades en varios países, no sólo en Dinamarca, sino también en Francia y Noruega, donde todavía no se permite su lectura en algunas escuelas. El principal debate se produjo entre profesores, bibliotecarios y pedagogos, muchos de los cuales pensaban que el libro era demasiado para los jóvenes lectores».

Janne Teller.

Valoración.
⭐de 5.

Voy a cometer la tropelía de comparar "El señor de las moscas" de William Golding con esta provocadora novela. Sin gustarme la obra más famosa de Golding, Nada es bastante peor.

No me ha gustado NADA (en eso sí que el título está bien escogido) y es por razón muy sencilla: no me gustan los libros que versan, que se regodean, sobre las injusticias, que su leitmotiv (al igual que lo fuese el sobrevaloradísimo Señor de las moscas) sea que los niños adolecen de todo límite moral, que sólo les mueve el egoísmo puro y duro y una versión muy particular y distorsionada de la justicia.

Me repatea las entrañas. Leer páginas y páginas de injusticias, de manipulaciones, de maquinaciones entre preadolescentes me deprime a sabiendas que al final no hay justicia, que los putos niños se irán de rositas. No quiero leer sobre ello.

A pesar de todas las barbaridades que cometen los adolescentes, ningún personaje de la novela pone algo de lucidez. Ninguno de ellos, se detiene a pensar que lo que hacen está mal. ¿Tan poca fe tiene la autora en nuestros hijos?

¿Dónde están los padres? ¿Ninguno se da cuenta que sus hijos están semanas enteras saliendo por la noche? ¿De que se han convertido en monstruos?

Entiendo dónde quiere llegar la autora. No es tan difícil descubrir su jugada. Quiere mostrarnos que la ausencia de moralidad, la justicia mal entendida, la envidia, la falta de empatía y el anhelo de respuestas son sentimientos muy comunes en los jóvenes.

Pero lo hace de una forma tan grotesca, tan provocadora que pierde a mis ojos todo valor literario. Porque no todo vale, estimada Teller. No todo vale.

Os pongo un poco en antecedentes sin destripar nada que no acontezca en las primeras cincuenta páginas.

El listo de Pierre Anthon (el del árbol) no deja de tocar los cojones con sus perlas vitales y amargarle la vida a todo niño que pase por debajo del ciruelo. Que si nada tiene sentido, que si la moda es temporal, que el amor es efímero, que toda pertenencia no vale nada en realidad.

Los niños, hartos de sus "enseñanzas" se alían para juntar, en un aserradero vacío, multitud de objetos de muchísimo valor para ellos y demostrarle al demonio, hijo de mil chacales, del niño que pueden renunciar a lo que más les importa y que la vida sigue teniendo sentido. Hasta aquí, ok.

Pero claro, los (malvadísimos) niños ya no solo dejan en el maldito cúmulo todo objeto que les parece vital si no que empiezan a exigir a los otros, aquellos objetos o pertenencias que ellos consideran que son importantes y que éstos no depositan.

A así, una niña se ve obligada a entregar sus muletas nuevas, otro a dejar su diario íntimo, otra a desenterrar a su hermano pequeño muerto, otra a dejarse violar y otros en robar un cristo de madera en el cual se caga y mea un perro páginas después. Provocación pura.

¿Entonces por qué he leído un libro que me ha disgustado tanto y lo estoy reseñando?

Tenía unos deseos enormes de conocer qué tipo de lectura se veía obligado a leer mi vástago de catorce años para aprobar. La verdad es que me lo podía haber ahorrado.

Quizás me pille este novela en un mal momento vital y no sepa apreciarla. O quizá solo sea una mierda sin paliativos. Una inmensa provocación sin sentido maquillada para que la autora vomite sus miedos y gilipolleces.

No lo sé. Si ha gustado a tanta gente en muchísimos países será por algo y yo sea el cavernícola literario.

Dice la autora que ha sufrido mucho y que necesitaba escribir este libro.

¿Era necesario escribir sobre una violación donde ella pierde la virginidad? ¿Era indispensable defecar y orinar sobre un cristo de madera? ¿Necesitaba la trama desenterrar el cadáver de un niño de dos años? ¿Había que matar a golpes a otro niño y quemarlo?

Creo que soy un pobre moralista y ese es mi problema número uno; no quiero, no deseo leer que nuestros niños son seres despreciables movidos por el puro interés. Incapaces de reconocer el bien del mal.

Aún creo que ante la opción de hacer el bien o el mal, hacer reír o llorar, nuestros herederos optarán por el camino correcto. Tal vez sea un iluso.

En mi mundo ideal quiero seguir pensado que ser bondadoso, familiar, generoso y detallista vale algo. Estos libros (hay montones de ellos) donde todo es una mierda, no hay esperanza, me hunden. Creo además que son muy crueles sin necesidad.

Dejo en el aire, si es necesario leer este libro para aprobar la asignatura de Lengua alemana y si no habrá otros libros que transmitan otros valores que no sean la envidia, la maldad y la agresividad.

No me vale la respuesta de que nuestros hijos ya ven en la tele, en TikTok o en YouTube cosas parecidas.

Como docente tienes una obligación importantísima que es formar a tu alumno, darle las herramientas para que analice, valore, juzgue y no soltarle el ensayo enfermizo de la autora.

Este libro no me parece adecuado para chavales de catorce años, es más a la pregunta a mi hijo si había aprendido algo con esta novela, me respondió "Nada".

Pues eso, ¿de qué ha servido vomitar un libro así? Para... Nada.

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Comentarios

  1. La provocación sin una reflexión positiva en un libro juvenil es un arma muy peligrosa, doblemente dañina cuando su lectura se realiza en la escuela. Una labor fundamental de los docentes hoy en día es transmitir límites y valores. La adolescencia es una etapa de necesaria rebeldía, pero los chavales de hoy en día demandan más que nunca una guía, y muchos de ellos incluso necesitan de la ternura y la generosidad porque sus vidas son demasiado complicadas. Muchas gracias por la reseña. Menos mal que no su lectura ha servido de NADA.

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  2. No me gusta leer algo solo para provocarme. Entiendo la licencia creativa de querer remover conciencias con cosas extremas, con literaturas transgresoras, pero tiene que tener una moraleja muy definida. Que pueda aprender algo, que me haga pensar. Un libro que provoca, que te hace incomodarte con injusticias y lo hace con una elegancia extraordinaria es "Rebelión en la granja". Te cuenta los límites del poder, narra la creencia absoluta en falsos lideres, en la corrupción del ser humano, aquí representado con animales. Pero tiene un sentido. En este libro, según cuentas, provocamos y no enseñamos nada. Me haces pasar un mala rato y el mensaje no me queda claro, no me sirve entonces. Otra cosa que me hace mucha gracia es el continuo vapuleo que se lleva el catolicismo. Me considero bastante ateo pero me molesta que una religión sea la diana continua de burlas y transgresiones. ¿Hay acaso otra creencia que hay sido tan maltratada como ésta? No lo creo, si la autora se hubiera metido con la "otra", y ya sabéis a cual me refiero, quizás no fuera tan transgresora. Con lo que se mete con la "débil", la que no dirá nada si escribes barbaridades. ¿Si, entonces te metes con el débil y no con el fuerte, el que puede perjudicarte de algún modo en tu literatura, no estás siendo una abusona? ¿No es eso lo que precisamente deseabas denunciar? Dejo aquí esa reflexión desde mi ateísmo. Por otro lado, excelente reseña como nos tienes acostumbrados.

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