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Por un puñado de Likes (Especial Halloween) - Luis Fernández

 



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Llevamos desde ayer por la tarde caminando por este condenado bosque. “Esto me va a dar un buen puñado de likes” me asegura Pablo, que en el mundo digital es el famoso Cool_Fog46. “He traído una muñeca quemada de mi hermana a propósito para ponerla en todas las fotos que nos hagamos. En un rincón, en plan misterioso, ¿sabes?” 

Pablo vive para los likes, es adicto a ellos. Cada rato consulta su móvil para cerciorarse de que su cuenta aumenta. “¡Puta madre! 15 likes en dos minutos y la gilipollas de Happy Panda que le folle un pez espada”

Happy Panda es en realidad una de sus mejores amigas virtuales, pero su rivalidad se ha disparado estos últimos meses tras anunciar que habían querido sobrepasarse con ella al llegar a su casa. “Eran al menos tres tíos, los conocía a todos. No daré sus nombres” – dijo en un alarde de humildad. “Gracias a que soy una runner con unos tiempos estupendos, pude darles esquinazo. Que se disculpen en mi blog, mis cuentas Twitch, TikTok o de Facebook que es el único modo de disculpa que aceptaré”.

A pesar de las críticas de algunos usuarios sobre que se lo hubiera inventado todo, y que quería hacer caja con este deleznable hecho, ella seguía encastillada en sus declaraciones. “Son unos cerdos que me habían echado el ojo. No hay cosa que más les ponga que el éxito. No os preocupéis por mí, aunque no duerma nada de nada, me debo a mis happylovers. ¿Habéis probado ya el nuevo sabor de bayas goji de SpiriTEA?”

Nuestro destino es una antigua residencia de menores, cerrada tras denuncias que no pudieron probarse, en las profundidades del bosque; explorar la residencia, grabar dentro y difundir luego todo, todito en las redes sociales. La residencia estuvo regentada con puño de acero por unas monjas. “Diremos que hacían sacrificios satánicos y qué hacia un frío de cojones en algunas habitaciones, mejor… en todas” me confesaba mi amigo. Después de la denuncia y la desaparición de algunos menores, se cerró finalmente a finales de los años 80. Aunque vallada, y de difícil acceso, eso no será impedimento para nosotros. Por supuesto la visitaremos la noche de Halloween y aprovecharemos para hacer un streaming. Ayer, sin embargo, hemos pasado la noche en un hotel de lujo en la capital con desayuno continental, pero las fotos que hemos posteado eran de una casa semiderruida a las afueras. Metidos en sacos de dormir y con la maldita muñeca quemada cerca. Pablo (perdón Cool_Fog46), ha pintarrajeado una de las pocas paredes que quedaban vírgenes con su logo minimalista de un mapache de ojos encendidos haciendo la mano cornuta.

Por cierto, nuestra idea original de no pagar ni un duro por dormir en el hotel alegando que éramos unos youtuberos muy influyentes en Internet y que no debían arriesgarse a una mala reseña nuestra, no ha colado. Les hemos puesto a parir delante de nuestros 100.000 followers y les hemos rellenado una botella de mini vodka que tenían en el minibar con agua después de habérnosla bebido con las botas llenas de barro encima de la cama. También les hemos quemado la colcha con un peta que nos fumamos para relajarnos.

A la mañana siguiente, después de que un Uber nos acercase al borde de nuestra zona de caza, nos hemos adentrado en el bosque. El conductor Uber nos ha rogado que no fuéramos a la residencia repetidas veces, que había lugares que merecían que se dejasen en paz. Que nos llevaba de vuelta gratis al hotel. Le dijimos muy bravamente que se fuera a tomar por culo y, después de apearnos le valoramos negativamente en el portal Uber inventándonos que era un pesado, que no hablaba apenas español y que el coche estaba muy mal cuidado.

Tenemos ante nosotros una buena caminata. Esperamos llegar a media mañana, hacer algunas fotos y hacer el streaming una vez hayamos decorado adecuadamente el escenario. Pablo lo tiene más fácil, va en plan estrella, y lleva una mini mochila de niño pequeño, en plan Frank de la Jungla por puro postureo. Mientras yo cargo una mochila entera con víveres, trípode, diversas cámaras, ropa y la puta muñeca de los huevos. Podría comentar que apenas vimos animales en nuestra travesía, que incluso los pájaros dejaron de trinar, pero no sería verdad. Lo comentaremos en plan misterioso en nuestro streaming para darle más empaque, pero la verdad aparte de algunos chillidos de animales que no supimos reconocer, la travesía no fue nada especial. ¿Pero qué animales conocemos nosotros?, Pues ninguno. Tuvimos que atravesar un río a las pocas horas y lo único reseñable fue un zorro destripado en la orilla picoteado por cuervos. Quisimos hacer unas fotos, pero al posicionarnos buscando el mejor plano, el zorro ya había desaparecido. “Pues anda que no tenían hambre los cuervos. Se lo han llevado volando” nos reímos. Yo estaba acojonado y más después de ver el mismo zorro, horas más tarde merodeando cerca de nosotros. No tenía ojos, las tripas le colgaban del vientre y una de las patas apenas era un hueso descarnado. Un cuervo estaba posado sobre su lomo. No dije nada y aceleré el paso. Pablo se estaba quejando de la nula señal de telefonía, de que así no podía postear una mierda. “Puta Happy Pandase lamentaba, como si su enemiga acérrima tuviera culpa también de la poca cobertura del bosque.

Se estaba haciendo de noche… ¿cómo era posible? Miramos nuestros relojes y ya habían transcurrido más de 6 horas desde que empezamos nuestro camino. A pesar de haber invertido más tiempo del esperado en llegar a la residencia, ésta ya se vislumbraba en la lejanía. Inmensa. Imponente. Al poco tiempo llegamos al vallado exterior. Una amplia cadena oxidada y un vencido cartel adornaban la verja principal Prohibida la entrada. Propiedad privada. Foto. La muralla exterior de piedra, aunque deteriorada, era demasiado alta para escalarla. Así que Pablo decidió forzar la entrada.

Existen 5 reglas “oficiales” del Urbexing y de éstas seguramente sólo respetaremos la de “No ir nunca solo” por motivos obvios. Las demás reglas como “No llevarte nada excepto tus fotos / No dejar nada excepto tus pisadas, No romper nada para entrar y No correr” nos las pasaremos por el arco del triunfo.

Antes de continuar, eché una meada al cartel y mientras miraba al cielo, el sol cada vez estaba más bajo. Se estaba haciendo tardísimo. “Vamos, que nos estamos quedando sin tiempo” le espeté a Cool_Fog46. Éste ya se estaba haciendo un vídeo con un bailecito haciendo de robot averiado “Lo vamos a petar, Fortnite nos rogará incluirlo en el próximo pase de batalla.”, se envalentonaba mi amigo.

Hice un par de fotos desde el exterior. Tratando de sacar lo más feo y tétrico del lugar. Me fijé en una de las ventanas de la torre. Lamía el ventanal una sucia cortina desgarrada entre cristales tuertos. Foto. Al querer hacer una segunda instantánea, la ventana estaba cerrada. Avanzamos hacia la puerta. Estaba cerrada. Foto. Pablito ya había hecho uso de su aerosol de colores para pintar su logo de Louis, el mapache roquero. “¿Has terminado?” le pregunté. “Sí” me respondió mientras de una patada lanzaba el bote de aerosol vacío al jardín. Foto.

La puerta cerrada a cal y canto. Decidimos rodear la casa en busca de otras entradas. A unos cien metros se vislumbraba un pequeño cementerio. Pues Foto. Y a la entrada pues otra con muñeca quemada y cara de asustado de Pablo.  Conseguimos vislumbrar una pequeña abertura a pocos metros a ras de suelo. Era un desvencijado portón. Al abrirla, una rampa y una pequeña vagoneta que llevaba a las cocinas. Tiramos de la cuerda y subimos la vagoneta. Nos montamos y tan sólo con nuestro peso nos deslizamos al interior. Yo llevaba la linterna en la boca, pero estando detrás de Pablo sólo conseguí alumbrarle el cogote y la gorra de lana que llevaba puesta. El olor que manaba del interior era nauseabundo. Mezcla de agua estancada y heces de animales. Platos rotos, estanterías volcadas y un golpeteo o arañazos proveniente de una de las cámaras frigoríficas. “Algún animal se habrá quedado atrapado” me confirmaba Pablito “Sigamos, no tenemos todo el día”. Yo seguía haciendo fotos. Foto. Foto. Foto con monja. Foto. Subimos a la planta principal. Enfrente nuestra, el portón de la entrada principal que antes estaba cerrada y ahora en cambio abierta. Nos pareció oír un corretear en los pisos superiores. Eché un último vistazo al exterior. El puto zorro estaba apenas a 10 metros de nosotros rodeado de una bandada de cuervos. Cerré la puerta de golpe y al hacerlo, saltó el pomo de la cerradura, condenando nuestra salida. Por mucho que lo intentamos después ya no la podríamos volver a abrir.

Poca luz entraba ya por las ventanas que no estaban cegadas con amplios maderos. A la izquierda se abría posiblemente la parte de la admisión y las oficinas. En el centro una amplia escalera hacías los habitáculos superiores. A la derecha se abría el antiguo comedor, una espectacular mesa para 50 comensales. Aún había cubiertos y platos encima de la mesa. Pablo se hizo con unos tenedores y se los guardó en la mochila. “A subastarlo en eBay, tío”. A mi todo esto me estaba dando un mal rollo de narices. Me fijé en el polvo acumulado de la mesa… ¿porque aún se podían ver las marcas de ambos codos en cada parte de la mesa dónde hubiese habido un plato? Tendrían que estar también cubiertas por el polvo, ¿no? Cómo si después de tanto tiempo, los antiguos residentes aún se sentasen a la mesa a comer día tras día. Quizá rezando. Yo qué sé.

Nos dirigimos a la izquierda, hacía la parte de las oficinas. Una puerta cerrada de sucio cristal nos bloqueaba el paso. Pablito la cruzó de una patada. La puerta lloró esquirlas de cristal y se echó a dormir. “Madre, casi me corto, pero ¿has visto el viaje que le he metido?”  Alguna mesa abarrotada de papeles y adornada de heces de paloma, archivos desparramados en el suelo y un mural con fotos en miniatura de las monjas en blanco y negro. Coronaba el mural, la inscripción de Nuestra señora de la Misericordia inmortal. Pablo que es muy gracioso, tachó la t de inmortal, y dejó a las religiosas faltas de todo pudor. Foto. Nos partíamos de la risa. Me fijé algo más en la miniatura de la Madre superiora. Debía tener cerca de 120 años ahora si no hubiera fallecido ya. Cool_Fog46 me puso la mano en el hombro y me indicó entre risas entrecortadas que necesitaba un pingüino de esos en mi vida. Afuera, los árboles se balanceaban y aullaban con el viento. Nos fuimos aburridos del ala. El mural de las monjas se había descolgado, y todas las fotos habían caído al suelo menos el de la Madre superiora. Pisé un par de ellas sin querer y nos volvimos a dirigir a la entrada. A la derecha de las escaleras, una puerta semioculta indicaba Sótano, pero no pudimos abrirla por mucho que lo intentásemos. Da igual. Foto. Foto. Foto.

Pablito estaba desalojando su vejiga contra una cruz caída, apoyada a ras de suelo. “No seas cerdo” le dije, me contestó el dueño de la cuenta con más de 100.000 followers que cuando la naturaleza llama, se la atiende y que no le había dado la sensación de que los urinarios estuvieran en condiciones óptimas.



De nuevo el correteo de los pisos superiores, y una voz femenina ordenando que dejasen de correr. Pablo, se lanzó escaleras arriba para ver de quién se trataba o si simplemente eran imaginaciones nuestras. “No corras, joder” le grité, pero ya era tarde. Lo perdí de vista. Yo soy el gordo tras la cámara, el que se atiborra a pollo frito, no corro, no soy la estrella de la pantalla. Estaba en una de las habitaciones superiores del tercer piso. Haciendo fotos con su cámara como un gilipollas. Los dormitorios de los residentes. Desnudas camas de hierros retorcidos. Un olor espantoso. Pablo se tumbó en una de ellas y me pidió que le hiciera varias instantáneas. “No te olvides de poner la muñeca cerca, ahí sentada en la silla. Esto nos va a dar un huevo de likes” me espeta raudo. Hice todas las tomas que me pidió, aparté a un lado la desgarrada cortina que pisaba la silla y al depositarla sobre ella, me di cuenta de que estábamos en la misma habitación que fotografié desde el exterior antes de entrar. Miré por la ventana. El puto zorro seguía afuera. Me giré para hacerle la foto a Pablo. Éste sonreía haciendo la mano cornuta. Mientras tanto una monja vieja nos estaba observando desde el umbral de la puerta.

"¡Tu puta madre!" gritamos al unísono. Agarré la muñeca y se la lancé. Ésta atravesó la vieja como si fuera humo. Desapareció. Nos miramos y nos convencimos de que sólo debía tratarse de una sombra, ¿qué otra cosa podía ser si no? La noche ya había caído y teníamos que buscarnos un buen sitio para nuestro streaming. Uno que diera miedo de cojones… ¡Como si yo no lo tuviera ya! Pablo me hizo buscar la puta muñeca, había caído escaleras abajo. Abajo, ruido de platos y gente rezando. Provenían del comedor. Encendí la cámara. Nada. Sin batería. Bajamos.

Al entrar en el comedor, una sucesión de monjas, cenicientas como las brasas viejas nos miraban interesadas. La madre superiora presidía la mesa. “Toma asiento, Pablo. Te estábamos esperando”. Los demás niños sentados con ambos codos en la mesa rezaban en silencio. Pablo estaba como anulado y tomo asiento. A mí no me habían invitado. “Eres libre de irte” me indicó la madre superiora. “Toda casa abandonada es una puerta a nuestro mundo, a nuestra realidad. Se puede entrar, pero pocos pueden salir. Las conocidas cinco reglas del Urbexing no son unas reglas de comportamiento, o de buenos modales. Pablo las ha quebrantado todas. Forzó la entrada a nuestra residencia, se deshizo del bote de espray en el jardín, se llevó un tenedor de la mesa, corrió escaleras arriba y entró sólo a una de las habitaciones. Las quebrantó TODAS. Quebrantarlas es firmar para quedarse con nosotras. Son las reglas de acceso a nuestro mundo, a nuestro infierno”. Me desmayé.

Cuando desperté, estaba a la entrada del bosque. Sólo. De Pablo, ni rastro. Agarré mi mochila. Pesaba. Miré en el interior. La puta muñeca de plástico estaba dentro mirándome inquisitivamente. Tiré la mochila al completo y me largué.

Tanto Instagram, Twitch como el perfil del usuario de TikTok de Cool_Fog46 siguen activas, pero ya apenas entra nadie. Twitch aún sigue emitiendo, pero el interés por dar un like a una mesa vacía es mínimo. Algunos usuarios dejaron durante un tiempo comentarios como que algún tenedor parecía moverse, pero nadie les prestó atención. Con el tiempo, incluso los comentarios se hicieron cada vez más escasos, hasta que ya nadie comentaba nada. Otra de los millones de cuentas en Internet que languidecen día a día sin que a nadie le importe.

Epílogo.

Ahora a punto de cumplirse un año de la desaparición de Cool_Fog46, su canal Twitch ha empezado a emitir unas imágenes sobrecogedoras… algunas veces son imágenes distorsionadas con un extraño ruido estático y en otras se ve a Pablo, sentado cabizbajo en el comedor susurrando, rogando por ayuda. Repite una y otra vez que tiene mucho frío. La emisión se corta cuando una mano se posa en su hombro. Esta misma secuencia se repite cada hora. Desde entonces las visitas a su canal no dejan de aumentar.

Registro SafeCreative:  2110079457204

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Comentarios

  1. Me ha gustado mucho el relato. Yo me imaginaba todo el relato como una mezcla entre El proyecto de la bruja de Blair y La monja. Te animo que algún día escribas alguna continuación.

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  2. Tengo una idea basada en qué Happy Panda (la acérrima enemiga de Pablito) en busca de los Likes que se está llevando Cool_Fog46 a espuertas sin hacer nada, busca a Rodri (sí, el otro se llama Rodri) y vuelven a la casa. Ella va en plan divina, claro...

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  3. Relato inquietante como pocos. Y el hecho de que quede allí, atrapado es algo que da escalofríos.

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  4. Cuando empiezas a leerlo no esperas ese final, en todas las historias siempre pasa lo mismo, lugar embrujado, fantasmas ...pero aquí
    sorprende el giro que da, realmente me ha gustado mucho,.

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  5. Me gustó mucho, te pone los pelos como escarpias, espero que sigas adelante con tu idea de escribir una secuela

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