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Por un puñado más de Likes - Luis Fernández




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Las reglas del Urbexing:
"No ir nunca solo"
"No llevarte nada excepto tus fotos"
"No dejar nada excepto tus pisadas"
"No romper nada para entrar"
"No correr"

    Pero ¿me lo estás diciendo en serio? —pregunta Rodri sin dar crédito a su emperifollada hermana Happy Panda.

    —Y tanto —asevera la influencer sin duda alguna—. Todo empezó hace algunos meses. Pantallas de ordenador que se encendían y se apagaban de madrugada, cuando me despertaba para trabajar, sobre las 11 de la mañana, mensajes crípticos al móvil sin sentido alguno, series de números y letras como respuesta a mis posts en Instagram en lugar de likes. Al principio no le di importancia. La gente envidia mi vida, ¿sabes? Y no saben cómo darme por culo, les jode que tenga tanto éxito. Pero desde hace unos meses, mis followers han empezado a descender, y tengo muy claro que me estaban echando mal de ojo. No puede haber otra explicación.

    La influencer Happy Panda, con una talla de pecho desproporcionada para su corta estatura, de nombre mucho más vulgar, Teresa Alcantarilla; no para de moverse de izquierda a derecha mientras le relata a Rodri sus espantosos pesares.
 
   A pesar de estar tomando un café y estar sentados en cómodos sillones, Teresa parece tener el baile de San Vito. Derecha, izquierda, un poco más a la izquierda, de vuelta a la derecha. Parecen estar invocando al Diablo. Se enciende otro cigarrillo. El camarero le llama la atención. Ella le responde que «calladito, que no sabe quién es ella, que es influyente, súper influyente en las redes, que más le vale que se calle la boquita o con la reseña negativa que te voy a poner en el TripAdvisor te hundo el chiringuito.

    —¿Quieres dejar de moverte, joder? —le recrimina Rodri— me estás poniendo de los nervios. Además, ¿no decías en tu canal que habías dejado de fumar gracias a la meditación.

    —Sí, sí, perdona, estoy alterada, súper alterada. Una no deja de fumar nunca: se toma pausas. Lo que te voy a contar ahora es fuerte, muy fuerte. ¡Súper fuerte!
» ¡El espónsor de mi perfume se ha echado atrás! ¡Me han dejado sin pasta para la colección de pulseras! Así, por las buenas. ¡Estoy muy indignada! ¡Súper indignada! ¡Ultrajada! ¡Violada! ¡Súper violada! —sentencia Happy mientras de una calada se termina el pitillo.
» Los cabrones me dijeron que ya estaba bien de simular que recorría mundo cuando en realidad no salía de mi barrio. Que me metía en la buchaca el dinero sin moverme de casa. ¡Qué vergüenza! ¡Qué se habían dado cuenta porque siempre tenía el mismo paisaje de nubes saliendo en todas las fotos! ¿Qué culpa tengo yo de que donde voy haga buen tiempo y me persiga la puta nube? ¿También tengo la culpa de que sea un puto inútil el becario que me hace el Photoshop? ¿Eh, cabrones?
» A lo que voy —Happy Panda se vuelve a mover a la derecha—, he descubierto tecleando en Wikipedia que los números y las letras son coordenadas ubicadas en el Valle de Parvati en la India, de un templo perdido en la maldita jungla. Y agárrate fuerte, Rodri, las firma Pablito… ¿Cómo te has quedado? ¡Súper pasmada, como yo!

   Un escalofrío recorrió a Rodri recordando a su desaparecido amigo Pablito, alias Cool_Fog46.

    —Joder, sí. Me pide ir en su busca. Que nos ayudaremos mutuamente —sentencia Happy Panda abriendo los ojos de par en par, mientras que Rodri no puede dejar de mirarle los labios hinchados de la toxina botulínica.

    —Sabes que el valle de Parvati es el triángulo de las Bermudas de los mochileros, ¿verdad? Eso lo habrás también investigado en Wikipedia, ¿cierto? Déjame ver esas coordenadas —exige Rodri para comprobar que el infame templo cae a unas dos horas de caminata de la ciudad de Manikaran.

    —Claro, claro —afirma Happy sin convicción alguna, con la cara salpicada de ostentosas lágrimas—. Tengo mucho miedo, a mí no me gusta viajar. ¿Me ayudarás o no? ¿Eres o no eres mi hermano? ¿O eres adoptado?

    —Vale, me da un mal rollo de cojones, pero Pablito era mi amigo y su desaparición en aquella casa aún me atormenta... Si esto sale bien… ¿Podré tocarle las tetas a tu amiga Chickaboom? —negocia Rodri.

    —¿Otra vez? Te las enseña por encima y hablo con ella para que te deje hacer una foto, pero que no se le vea la cara, ¿vale?

    —De acuerdo, otra cosa, deja ya de moverte y grabar ya. He visto el móvil grabando para luego subirlo a tu canal desde que entré a la cafetería. ¿No había mejor sitio que metido en tu bolso abierto?

    Happy, ofendida, retira el móvil con orejas de conejo rosa, hace un duckface junto a Rodri y corta la grabación. Quizás los followers que le restan, se den cuanta del insondable sufrimiento que está soportando y hagan alguna contribución a su cuenta.

    Poco importe para empezar… no sé, unos 100€ mínimo. Menos es ser de miserables. ¡Súper miserables! Está deseando llegar a casa y quitarse el puto colirio que le abrasa los ojos. Y comerse un buen entrecot. Desde que la pillaron comiéndose uno en el Asador Guipuzcoano, las redes se están cebando con ella. ¿Qué culpa tendrá ella de ser vegetariana militante convencida y por indicaciones médicas serias, de un doctor en Internet, tener que tomar proteína animal? Está muy enferma, con mal color de semblante, demonios. Aunque reconoce que la foto comiendo, poniéndose tibia con las manos, la botella de vino temblando y ella con la boca abierta le ha hecho un flaco favor.

    —Rodri, salimos en una semana rumbo a la India. Me acompañará mi amiga bloguera y gamer Chickaboom, ésa a la que te gusta tanto tocarle las tetas. Ya sabes… la del blog BeGuay.com. Tú vete reservando vuelo, hotel y demás. Estoy muy estresada para ocuparme de esas tonterías. En el avión iremos separados, mi amiga y yo de ti, al menos por seis filas de asientos. Tengo una reputación y no deben verme contigo. Mira, mejor, nos coges clase Business a nosotras y tú, turista. Así no hay líos. Ah, y necesito al menos facturar cuatro maletas. Ahora, mismo lo de pagar no puedo, me han hackeado las cuentas y tengo las tarjetas bloqueadas. No te olvides de buscarle una residencia a mi perrito Bolitas mientras tanto. Ya sabes que es alérgico al gluten. Y que sea en un sitio chulo, que la última vez vino estresado y se le caía el pelo. ¡Súper estresado! Si es muy caro el nuevo que busques, puedes repetir con el anterior. No pasa nada. Tampoco vino tan estresado el mierda del chucho.

    Y con estas últimas indicaciones, Happy Panda abandona el restaurante con su metro sesenta de estatura contoneando su culo embutido en los pantalones de cuero rosa, sus taconazos y por supuesto sin pagar la cuenta. Rodri chista al camarero por la cuenta sin dejar de pensar, y suspirar de paso, que ser hermano de Happy es la mayoría de las veces un coñazo… a él le gustará tocarle las tetas a su amiga, pero a su hermana le encanta tocarle los huevos a él. Rodri vive desde hace tiempo con temor de que Chickaboom le denuncie por aquella vez que en un alarde de habilidades seductoras le arreó una cachetada en el culo al grito de "¡Eso te lo llevas puesto!"

Una semana más tarde

    El destartalado autobús indio que ha de cubrir la última parte del trayecto hasta el hotel en Manikaran en Himachal Pradesh arranca entre voluminosas nubes negras y estertores de una futura muerte mecánica. Rodri se ha sentado al final del vehículo y se dispone a echar una cabezada. Las ha pasado canutas cargando con las cuatro maletas, precisamente no de cabina, de Happy Panda y las dos de la amiga entrepreneur. Está cansado de cojones.

    Happy se ha sentado junto a su amiga algunos asientos más adelante. Aprovechan cada pico de Internet para subir posts a su cuenta de Instagram. Mirando por la ventana con la vista perdida. Post. Echando una lagrimita porque Bolitas no la pudo acompañar y etiquetas parpadeando de "Miss you". Post. Happy súper ofendida por que el bocadillo de jamón que le ha comprado Rodri en el aeropuerto Madrid por 12 € solo tiene seis lastimosas lonchas. Post. Mira que Happy le dijo a Rodri que le comprase dos. Uno para ahora y otro para después.

    Teresa Alcantarilla intenta estirar las piernas. Post. Mira disgustada los muelles que sobresalen del asiento vacío a su lado. Su amiga se ha levantado y ha ido a echarle la bronca a Rodri. Ayer soñó que le hacía una picia y aún no se ha disculpado con ella. Happy mira aburrida de nuevo a la frondosa naturaleza y bufa. Tiene hambre y piensa dar cuenta del bocadillo que le sobra, ya sólo de miga, a escondidas. No vaya a ser que sus acompañantes deseen darle un bocado.

    Por el rabillo del ojo, ve levantarse detrás suya a un chico andrajoso, con una gorra de lana, que se acerca a ella. Un fan sin duda. Qué pesados. Hará de tripas corazón y le reirá las gracias. A los fans hay que mimarlos. Le atenderá un rato. Un minuto. Lo menos posible.
    Que mal huele de repente aquí. También parece que se ha oscurecido todo de repente. El chico se siente al lado suya. Su aspecto es como si estuviera mal sintonizado.

    —Hola Happy, qué alegría verte —saluda un desfigurado Pablo, alias Cool_Fog46.


Terraza del Hotel Priyanka Palace, algunas horas más tarde

    —¿Estás segura de que era Pablo? —cuestiona Rodri a su alterada, súper alterada hermana, que no para de temblar—. Contigo no había nadie más y antes de entrar en el autobús te vi fumarte un cigarrillo esos de los especiales tuyos...

    —¡Te lo juro por el culo de la Kardashian! —sentencia la influencer con el récord mundial de pérdida de seguidores en una hora—. Era él, y estaba fatal de la muerte mortal. Qué horror. Además, listo de los cojones... ése era uno de mis porros, digo cigarrillos terapéuticos que me tengo que tomar para calmar mi estrés. ¡El que tú no dejas de provocarme con tus preguntas!

    —¿Qué te dijo? —preguntan al unísono Rodri y Charo, alias Chickaboom.

    —Esto es súper fuerte —resopla Happy agitando ambas manos para darse aire—. Mega Fuerte. Me contó la historia del templo de Shiva donde debemos encontrarnos con él, mañana a primera hora. Que fuéramos solos, aunque eso tampoco iba a resultar difícil, puesto que nadie va a querer acompañarnos. El abandonado templo fue un lugar de sufrimiento espantoso, me dijo. Normalmente los templos hindús están dedicados a varias deidades; una principal que lo preside y otras secundarias asociadas. Éste templo en cambio está exclusivamente dedicado a Shiva. A principios de los años sesenta, supongo que cuando el mundo aún era en blanco y negro (¿te lo puedes imaginar?), la lepra empezó a asolar el valle y la aldea. Cerca de diez familias decidieron aislarse en el templo de Shiva en busca de su protección, guiados por las indicaciones de un misterioso asceta de nombre Hapreet Nahinrayan. ¡Dicen que incluso se cortó el pene en una de sus meditaciones! ¡Qué asco! Bueno, a lo que voy…
» Abandonaron el pueblo llevándose todos los víveres y animales que pudieron, se parapetaron tras las paredes del templo condenándolo desde dentro. No dejaron entrar a nadie con la esperanza de salvarse de la lepra. Los más desfavorecidos no tuvieron otra opción que quedarse en la aldea esperando la muerte… que no se presentó y pasó de largo. Al cabo de unos meses, los aldeanos se empezaron a extrañar de que las familias del templo no regresaran. Las torrenciales lluvias, caídas durante semanas enteras, hicieron imposible llegar al templo, y cuando finalmente pudieron acercarse algunos aldeanos, el templo seguía cerrado a cal y canto… y así ha sido hasta principios de siglo, cuando unos exploradores urbanos, intrigados por el misterio del templo y haciendo caso omiso de la prohibición de entrar en la jungla, lo profanaron —continua Happy en un supuesto trance⸺. Ninguno de ellos ha vuelto. Las aldeas que rodean el valle están llenas de carteles, con la palabra "Desaparecido" y con los rostros de mochileros, exploradores urbanos y curiosos. De diferentes nacionalidades y estratos sociales, pero con un denominador común… Todos se propusieron visitar el templo maldito de Shiva y ninguno volvió jamás. Ahí es donde nos espera Pablo. Me recordó que no olvidásemos la muñeca de la cara quemada, que era como un portal. No sé de qué me hablaba… le faltaba media boca.

    —Yo sí lo sé. Es la puta muñeca de su hermana. La que tiré en el bosque hace un año —confiesa Rodri—. No tengo ni puta idea dónde está.

    —¿Es ésta? —pregunta Chickaboom alzándola desde el interior de su mochila.

    Rodri asiente con el semblante color tiza mientras Happy se enciende otro cigarrillo terapéutico.

    —¿Te dijo algo más? —interroga la gamer aterrada.

    —Sí, me dijo que eras una puta y que te come la envidia de lo guay que soy —miente Happy. Orgullosa, no... lo siguiente; de ser tan lista y aprovechar la coyuntura para meterle una pulla a su amiga.

    Chickaboom avergonzada, sólo puede asentir y pedir perdón una y otra vez a su adorada amiga, aunque ella misma no sepa porqué.

    Los tres amigos deciden retirarse a la habitación que comparten poco después. Happy parece liberada tras contarles su encuentro con Pablo y les pide que antes de acostarse suban un par de posts más a su cuenta de Instagram. Unos en los que salga ella apoyada en la barandilla con vistas, café en mano, y camisa abierta enseñando un poco de carne.

    Happy tira la colilla de uno de sus cigarrillos terapéuticos terraza abajo. Rodri, sigue su trayectoria, echa un vistazo a la calle y palidece de inmediato. El mismo zorro cegado, de una pata descarnada, que le dio la bienvenida a él y a Pablo un año atrás en el bosque; le observa calle abajo junto a una nutrida y ruidosa bandada de cuervos. Sólo miran y observan. Inmóviles.


A la mañana siguiente, de camino al templo de Shiva

    El calor y la humedad es insoportable, pero tanto Teresa como Charo, no parecen molestas por este hecho. Quizás sea porque las mochilas cargadas de ropa y zapatos, las porta un sudoroso y reventado Rodri, y ellas van tan divinas, tan solo cargadas con el móvil y haciéndose fotos.

    La parte superior del templo cubierta de maleza se divisa a menos de 300 metros y un escalofrío recorre a Rodri. Realmente cada vez le parece peor la idea haber venido aquí a hacer el gilipollas. Si Pablo quiere ayuda, pues se podían haber encontrado en Belchite o en Torrejón de Ardoz, sitios lúgubres donde los haya, y no a tomar por culo en la India.

    Happy se vuelve a hacer otra foto metiéndose en una parte frondosa como si estuviera luchando con la jungla. Algo completamente innecesario porque hay una senda bien despejada para cubrir los últimos metros al templo. Por supuesto, dicha senda se ve en la foto.

    Esta vez se va a hinchar a likes, no como aquella vez en la Casa de Campo de Madrid de noche. Quiso hacer pasar Madrid por Japón, y la Casa de Campo por el bosque de los suicidios Aokigahara. Pero una vez ahí, unos maderos la echaron a patadas, y ella, que había anunciado en su canal un streaming en vivo, tuvo que recular diciendo que malignos espíritus habían impedido a un alma pura como ella acceder al interior. Que estaba súper ofendida y que se iba a hacer unas compras a Tokio para quitarse, solo a medias, el disgusto.

    —¡Oye, colegas, me voy a mear tras un seto! —informa Chickaboom a Rodri y Happy llevándose las manos a la entrepierna—. ¡Ui, ui… que me meo viva!

    —Será tras un árbol ⸺dice Rodri Mejor quédate cerca, Charo. No deberíamos separarnos. Ya sabes que, en las pelis, al final, siempre van desapareciendo uno tras otro y se lía parda…

    —Claro, para que me veas el culo, Rodri. Para ser tan listo, no tienes muchos amigos, ¿verdad? Bueno, retiro de lo listo. Eres más tonto que los Power Rangers diciendo su color. ¿Quieres una foto mía meando? Me llevo el móvil, ¿vale?

    Con las prisas, Rodri ve que a Charo se le cae un pendiente, pero descarta dárselo, no vaya a ser que al final sí que termine denunciado por acoso si la pilla con las bragas bajadas. En estos tiempos hay que tener un cuidado de la ostia.

    Tras veinte minutos esperando, Rodri se empieza a impacientar y llama a gritos a Charo. Nada. Que se deje de gilipolleces. Tan solo los ruidos de la jungla y la huidiza mirada curiosa de animales agazapados es la respuesta que recibe.

    —¿Quizá se haya perdido, o se haya encaminado al templo? El templo se ve súper bien desde aquí. Espera… que la llamo al móvil —afirma una Happy cada vez más alterada—. Nada. ¿Qué hacemos? A ver si la amiga quiere hacer la gracia y emitir en exclusividad el streaming... Porque queríamos hacerlo juntas una vez que llegáramos. Ahora aparecerá solita haciéndose la perdida enseñando pantorrilla y tope guay... Charo es capaz de eso y más... es muy puta, ¿sabes? ¡Súper puta!

    —Joder, yo qué sé. No te puedo dejar aquí, e irme al templo o al revés. Vayamos los dos. Espero que esté ahí... Me estáis poniendo de los nervios entre las dos.

    Los hermanos se encaminan al templo echando la vista, cada pocos metros, hacia atrás. Tras la puerta principal, cubierta de frondosa maleza, un rostro familiar entre sombras parece saludarles. Es Pablo con una amplia sonrisa.

    —¡Por aquí! Charo también ha llegado hace un rato. Está conmigo. ¡Daos prisa!  —chilla un emocionado Pablo.

    Con la alegría de ver a su amigo tras tanto tiempo y la tranquilidad del paradero de Charo, ambos desatienden el inicio del streaming de Chickaboom desde una estancia mal iluminada, rodeada de seres de aspecto espectral.

    —Aquí Chickaboom, transmitiendo en directo. ¡Esto es la ostia! No tengo ni idea cómo he llegado hasta aquí. Lo último que recuerdo es estar con el culo al aire meando encima de unas flores muy chulas. Aquí hay un huevo de gente. Yo no entiendo a ninguno. Hablan cada uno como su madre y su padre. Y ya sabéis que mi inglés no es muy bueno… ya me pondré al día un día de estos, prometido, mis queridos followers. Los personajes aquí dentro se parecen a los de los carteles de desaparecidos de la aldea, pero están todos fatal. Algunos lloran y otros sólo me miran. No puede ser por no estar maquillada porque aquí dentro no se ve una mierda. Aquí hay mucho manos largas. Están como obsesionados con tocarme. Hay también muchos cuerpos en el suelo, pero estos no se mueven. Creo que están muertos. Esto da un poco de repeluco. Rodri y Happy, si me oís, no entréis en el templo… El tío raro ése no es Pablo.


    Al llegar al portón del templo, Rodri y Happy observan que la entrada está forzada pero no lo suficiente como para poder entrar por ella. Pablo les llama desde el interior insistiendo en que la peguen un empujón a la puerta y se metan dentro. Happy ordena a Rodri que demuestre esos meses en el gimnasio y le pegue un buen arreo a la puerta. Ella no puede ayudarle al arrastrar una dolorosa, dolorosísima lesión haciendo un Photocall en Puerto Rico.
    
    —Apresuraros, amigos —les ordena Pablo impaciente— no tenemos todo el puto día.

    Rodri recoge una rama envuelta en un harapo de un árbol caído y empieza a apalancar. El móvil de Happy —parpadea de nuevo en el interior de su mochila para volver a ser ignorado.

    —Aquí Chickaboom de nuevo. Me he acercado a algunos cuerpos de la entrada. Son esqueletos envueltos en harapos de colores como si estuvieran en una película de Bollywood. Aunque, a estos, se les ha quitado las ganas de bailar hace tiempo. Uno de los tipos pálidos de aquí dentro chapurrea algo de español, aunque tiene un color de cara espantoso y está fatal maquillado, me ha contado con voz gutural (¿la pondrá aposta para quedar chulo?) que los otros mochileros, y él, llevan un montón de tiempo anclados. Sí, sí, anclados ha dicho. Le he prometido mandarle unas cremas de mi espónsor, siempre y cuando se subscriba a mi canal. No me ha dicho nada el muy desagradecido. A lo que voy, me ha dicho que los muertos de la entrada eran aldeanos que, con la falsa promesa de salvarse de la lepra, se encerraron aquí. De poco les sirvió, ya que uno de ellos ya estaba infectado antes de entrar. Y aunque lo aislaron, ya fue tarde. La lepra ya se había instalado entre las paredes del templo. Las cosas empeoraron y los pocos que no murieron por la enfermedad, angustiados por la repentina falta de víveres, empezaron a comerse a los muertos. Algunos hombres se rebelaron ante tal atrocidad, exigiendo salir del templo, pero el sacerdote, el único que conocía de la existencia de los pasadizos secretos hacía el exterior, se calló como una puta (bueno, no dijo puta, pero qué más da) y la rebelión duró entre poco y nada. También me ha dicho que sabe cómo salir de aquí, pero que a cambio debo hacer algo muy, muy fuerte... Le dije que no iba a cortarle el pene a nadie, a lo que me bufó malhumorado que no era eso, joder. ¡Ese "joder" lo dijo con mejor castellano que el rector de la universidad de Salamanca! Sigo después, que me estoy quedando sin batería... menos mal que tengo una Powerbank de repuesto en el pantalón... es que soy una maravilla, me casaba conmigo mismo si pudiera. Me divorciaba y me volvía a casar conmigo otra vez. ¡Me encantan las bodas!

    La puerta cede algunos centímetros mientras Pablo desde el interior no ceja de gritarles que se apresuren. Oscuras nubes empiezan a encapotar los cielos mientras repentinamente se está levantando un fuerte viento que parece empujarlos al interior del templo. Happy empieza a gritar al notar que las raíces de los árboles se empiezan a enredar en sus tobillos.

    —¡Rodri! ¡Ayúdame! —exclama Happy intentando zafarse de los zarcillos.

    Rodri se percata horrorizado que no son raíces lo que están sujetando los tobillos de su hermana, si no dedos esqueléticos que han surgido de la polvorienta tierra. Del mismo modo se da cuenta que no está apalancando la puerta con una rama; si no con un húmero descarnado humano envuelto en un semi-devorado pullover grisáceo. El viento se intensifica y las voces dentro del tifón empiezan a aullar "¡Nahin, Nahin, Nahin!". Happy ha caído de rodillas vencida por el peso de los putrefactos brazos y llora desconsolada. El cielo acompaña a la influencer en sus lágrimas con un tronar y el comienzo de un copioso aguacero.

    —¡Están llamando al puto sacerdote! —solloza Happy, mientras más y más huesudas manos surgidas de la tierra la apresan, impidiéndola moverse.

    En el interior del templo es ahora Charo la que grita a Rodri que se apresuren y entren para ponerse a salvo, que ésta será su única forma de salvarse. Rodri vuelve a apalancar la puerta con fiereza y ésta finalmente se abre. Dentro, la única luz que se vislumbra es el reflejo de los pendientes de Chickaboom.

    Rodri se gira para ayudar a su hermana a deshacerse del yugo de los esqueletos. Reconoce los rostros cenicientos medio descompuestos de mochileros y urbexers... se para en seco y le grita a su hermana que no es al asceta al que llaman las sombras…

    —¡Aquí Chickaboom de vuelta! ¡Quieren mi móvil! No pueden abandonar este plano mientras sus familiares les sigan buscando. Que su incertidumbre les ancla a este plano y no pueden marcharse, mientras sus familias no sepan que han muerto, que sus seres queridos necesitan finalmente aceptar la pérdida y empezar el proceso de curación. Me han pedido que les permita llamar a sus familias, a sus parejas o dejar mensajes de voz o de texto. Que, con este último acto de compasión, libere sus anclas y deje que se marchen. Qué palo… todas esas manos de uñas negras, una pedicura horrorosísima, tocando mi móvil, pero he accedido. Ellos en cambio, me mostrarán los pasadizos secretos del templo que, aunque inundados de asquerosas aguas negras me ayudarán a salir y encontrarme con mis amigos. Están desapareciendo poco a poco están desvaneciéndose. Me sonríen con sus torcidas bocas. El último de ellos, el "El rector de Salamanca" me indica el pasadizo que me ha de llevar fuera del templo. Buahhh, está a rebosar de agua maloliente. ¿De verdad me tengo que meter hasta los hombros aquí? ¿No tenían una salida VIP que me lleve afuera a una playa con camareros de pecho descubierto? ¡Me muero por un Bloody Mary! Flotan algunos ennegrecidos troncos en las aguas. Me ayudaré de ellos. Dios, no son troncos, son cadáveres putrefactos. No tengo apenas cobertura…



    Rodri vuelve a girarse hacia la entrada del templo dónde los brazos de Pablo intentan arrastrarle al templo. Se revuelve y tira de ellos hacía fuera. La voz, que ha dejado de ser la de Pablo, aúlla de dolor.

    —¡Teresa! —le grita Rodri a su hermana. ¡No están llamando al sacerdote! Están diciendo NO en hindú. No quieren que entremos, nos están ayudando. Dentro no está Pablo, nunca lo estuvo e igual que ESO no es Charo… tengo uno de sus pendientes en mi bolsillo. —exclama mientras sigue intentando zafarse del asceta.

    Éste no deja de aullar e insultarles resistiéndose con una fuerza sobrenatural. El aguacero se intensifica. Hapreet Nahinrayan agarra con sus cenicientas y nudosas manos aún con más fuerza a Rodri. Su fuerza no es de este mundo y empieza a ganarle el pulso. Cuando apenas queda menos de un metro para ser devorado por la oscuridad de la entrada, Rodri, siente que una multitud de brazos tiran de él hacia afuera, ayudándole a zafarse del mortal abrazo. Son los brazos de Happy, de los espíritus de los mochileros, de los urbexers... de todos los desaparecidos del valle de Pavarti. El brazo del asceta se parte como una astilla y cae al suelo donde se deshace de inmediato entre negras volutas de humo. Rodri resbala y cae de culo lejos de la entrada. Un sobrecogedor siseo parecido a una serpiente se pierde en el interior, y la puerta se cierra de golpe. Happy abraza a Rodri empapada. Sus lágrimas se confunden con la lluvia.

    —¿Qué cojones has sido eso, Rodri? —solloza una llorosa Happy.

    —No tengo ni puta idea. Salgamos de aquí —ordena Rodri.

Estación de autobuses, unos días más tarde

    Pronto partirá el autobús que le llevará a ella y a Rodri al aeropuerto. Happy ha visto el streaming de Chickaboom infinidad de veces y sigue sin entender nada. También Rodri no lo entiende y está la mayoría del tiempo sumido en sus pensamientos. Las autoridades locales encontraron la mochila de Chickaboom a unos diez kilómetros del templo a las orillas de un río. Contenía la muñeca quemada, el móvil y una piedra azabache marcada con una tridente. Pero de ella, ni rastro.

    Happy termina de colgar el último de los carteles con el rostro de Chickaboom en un poste eléctrico y entra en el autobús. Un zorro en silencio les observa desde la orilla de la acera rodeado de cuervos. Todos los demás viandantes no parecen verle, aunque de un modo inconsciente evitan su posición.

    Al estado del Himachal Pradesh se le conoce también como Kulanthapitha, o lo que es lo mismo… El fin del mundo habitable.

    Al día de hoy, Chickaboom sigue desaparecida... súper desaparecida.

FIN

PS:
La deidad Shiva es uno de los dioses de la trinidad hinduista responsable de destruir el universo para posteriormente renovarlo junto al Dios creador, Brahmá y el Dios conservador, Vishnu. Dentro del shivaísmo, Shiva es considerado Dios supremo. Es un ser benevolente a la par que temido.

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¡Muchas gracias a Klaus Fernández por sus "Klausicísmos" y a Beto por sus acertadas correcciones de estilo y vocabulario!

¡Déjanos tu comentario si te ha gustado o no la historia!

¡No te quedes con las ganas de saber cómo empezó TODO!
Vista el enlace a continuación para leer la primera parte y la tercera parte:




Comentarios

  1. Estupenda continuación del relato anterior. Me ha gustado mucho. Se merece otra continuación más. El Urbexing da mucho juego. Al relato le otorgo mi Klausisello de la Excelencia. :)

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  2. Una gran continuación del primer relato. Poco les pasa a estos personajes para lo que se merecen. Si sirve también recibe el Betosello de Calidad

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  3. La filosofía Urbex se basa en el respeto por localizaciones perdidas y abandonados. Desgraciadamente muchos urbexers no respetan unas reglas básicas de comportamiento y se comportan como salvajes destruyendo todo a su alrededor. Estas conocidas reglas no se deberían tomar a la ligera. La de “No ir nunca solo” es para prevenir que en caso de accidente pueda llegar ayuda urgente por parte de otros miembros de la expedición. La de “No correr”, por ejemplo, es para evitar que antiguas estructuras puedan ceder bajo el peso del urbexer y causar un accidente.
    Los personajes del relato son estereotipos irrespetuosos y solo sirve de ejemplo de lo que no deberíamos ser nosotros. Por una parte, la influencer Happy que solo desea aumentar su cuenta de likes al precio que sea. Capaz de negociar con su hermano una foto de su amiga con tal de asegurarse que Rodri la acompañe. Por otra parte, Rodri, urbexer que le trae “al pairo” el respeto de lo ajeno y solo quiere sacar tajada del viaje para ligar con Chickaboom. Todos ellos son aspirantes a todo y expertos en nada. Ninguno es ejemplo de nada (bueno) y están debidamente exagerados para los fines literarios del relato. Me súper encanta mezclar humor con el terror. Gracias por vuestros comentarios.

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