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El hombre de la ventana



    Todas las mañanas, al dejar los niños en la guardería, le veo con la mirada perdida y los hombros caídos sentado en una mesa con una taza de café. Sé que no es educado quedarse mirando a un desconocido dentro de una casa, y menos en una residencia para mayores.

    Me pregunto cómo serán los días dentro de la residencia, de una habitación que sólo espera tu fallecimiento para ser ocupada por otro inquilino temporal. Donde la mayor de las alegrías sea que el fin de semana alguien te venga a visitar. Debe ser horrible vivir con esa ilusión, que ésta se resquebraje al llegar el ansiado día y quede sustituida por una fugaz llamada telefónica.

    —Papa, oye que no me da tiempo esta vez, pero la próxima semana, vamos a ir a comer, ¿eh? Traigo a los niños, venga, ya sabes cómo es esto, estoy muy liado. Sí, sí, todos bien. Un beso. Ya te llamo yo otro día con más tiempo.

    Me da pena verle marchitarse en su mesa con su frío café. Una taza fea, regalo de una farmacéutica. Una cucharilla plateada despunta como un boya en una negra mar. Cada día, el hombre se vuelve más gris, más encogido. Mira al vacío, esperando que pase otra semana más que al mismo tiempo es una semana menos en su ya deshojado calendario vital.

    Hoy no estaba en su mesa, y me he preocupado. ¿Estará enfermo? Ah, no. Qué alegría, le veo en la puerta de la residencia esperando de pie junto a una vencida maleta color caoba con la mirada vivaz. Está vestido elegantemente como un señor de los de antes. Hecho un pincel. Se le ve feliz, da la sensación de que incluso es más alto.

    Será su último día en la residencia, si no de qué iba a llevar una maleta consigo. Sonrío para mis adentros y dudo en decirle algo. Yo que sé, que me alegro por él. No lo hago al final. Sería estúpido.

    Mi hijo menor me dice algo, me vuelvo y respondo a su pregunta. Al volver la vista al anciano, ya no está, sólo queda su maleta caída en la acera. ¡Se la ha olvidado! Miro a todos lados, nada. Recojo la ahora negra maleta y se la entregó a un enfermero de la residencia. Se la queda mirando cómo si no supiese que hacer con ella y me da las gracias. Qué raro todo.

    Al día siguiente, la mesa del anciano está vacía. Claro, el hombre está con su familia. Me alegro puesto que entonces el hombre ahora sí que está en una casa más acogedora junto a gente que le quiere.

    Un hombre se disculpa tras mía. Me giro. Es el anciano, aunque parezca una versión mucho más joven. ¿Qué hará aquí? El hombre me sonríe y me da las gracias por haber entregado su maleta de vuelta y por haberme preocupado por él todas las mañanas. Que al menos a alguien le importase. Me entrega una libreta. No sé qué decir. Mi hijo me pregunta con la voz chillona de un niño con quien hablo. No hay nadie. En mis manos queda la libreta. Es un diario. Dudo en abrirlo.

    Lo hago a la noche mientras mi familia duerme. Voy directo al final. Está fechada días atrás. Cuenta cómo hace tiempo nadie le visita, que lo entiende, que todos tienen seguramente cosas mejores que hacer que estar escuchando las batallitas de un viejo. Que no espera vivir mucho más. No son palabras de rencor, si no de comprensión. También habla de mí, que se alegra que todos los días, un hombre se le quede mirando con ternura. Que le gustaría hablar conmigo, pero apenas puede moverse dentro de su silla de ruedas ni hablar. Que los enfermeros no entienden sus intentos por ponerse en contacto conmigo. No sabe quién es ese señor de la calle que se le queda mirando, pero que le ha elegido para entregarle su diario cuando muera. Dentro está detallada su vida, cómo le tocó a él vivirla.

    Retrocedo, ansioso y orgulloso al mismo tiempo, a la primera página y leo:

    "El día que nací, hacía un viento horrible y mi madre les dijo a todos que era…

Dedicado a todos aquellos que se fueron y no pudimos decirles lo mucho que los queríamos

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Comentarios

  1. Muy bonito. Te da por pensar. Es lo que tienen los buenos relatos.👍

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  2. Se ne han saltado las lágrimas, corto el relato, pero todo dicho en pocas palabras. Gracias👏👏👏👏😘😘

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  3. Muy bueno, te llega adentro....gracias por hacernos sacar sentimientos en una época tan convulsa que vivimos .

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