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Año I d.C (después de Cthulhu). Una historia oral. Los orígenes





INTRODUCCIÓN

Es pertinente elaborar un completo informe para conocer las causas del fin de la humanidad. No llegó mediante una guerra a escala planetaria. Eso habría sido hasta previsible si ponemos un poco de interés en conocer nuestra propia Historia.

Todo fue mucho más banal. Cuando al final se alzó Cthulhu de su largo sueño tras siglos durmiendo, en la Tierra apenas quedaba alguien vivo.

El ocaso de nuestra raza fue producto del orgullo, de la ceguera ante la evidencia, de negar como místicos los hechos que anunciaban nuestro fin.

LOS ORÍGENES

Las primeras semillas del advenimiento de la era de Cthulhu empezaron a germinar en la desolada y deshabitada Antártida.

A principios del siglo XX, el Polo Sur era el único punto significativo del planeta que quedaban por conquistar.

Una competición que atraía con irresistibles cantos de sirena a muchos países deseosos de completar una hazaña de tres mil kilómetros de marcha sobre un desierto helado, inhóspito y desconocido. Una hazaña sin el más mínimo recurso para alimentarse y desafiando unas condiciones meteorológicas muy adversas.

Dos países, Noruega y Gran Bretaña, habían tomado la delantera y se disputaban ser los primeros en lograr clavar su bandera en el Polo Sur. Una mezcla entre orgullo nacional y curiosidad científica.

Gloria y fama para el primero que lo hiciera. El baúl del olvido y del fracaso para el segundo.

En 1911 ambos países movieron ficha y una expedición británica, comandada por el capitán Robert Falcon Scott, y otra noruega, con el explorador Roald Amundsen se pusieron en marcha, casi en paralelo, en un viaje hacia el sur desde la costa antártica de más de 1.000 kilómetros.

En su base de Framheim, en el puerto de Bahía de las ballenas, Amundsen partía con clara desventaja. Se enfrentaba a una región desconocida para él y a una ruta completamente inexplorada hasta el Polo Sur. Su primer objetivo había sido el Polo Norte, pero supo que se le habían adelantado dos exploradores norteamericanos, Robert Peary y Frederick Cook. Ambos reivindicaban haber llegado el primero a ese punto geográfico y se acusaban el uno al otro de mentir. En este ambiente de confusión, Amundsen comprendió que su expedición debía cambiar de objetivo volviendo su mirada hacia el Polo Sur.

Scott, en cambio, le aventajaba ya que conocía esa parte de la Antártida de su anterior expedición ya que recorrió la ruta abierta tres años atrás por otro explorador, Shackleton.

¿Por qué triunfó el noruego y fracasó Scott?

Muchas razones hay basadas en la preparación, tenacidad o planificación de ambos exploradores pero tendemos a olvidar el enigmático y fundamental papel que tuvo un misterioso personaje en la expedición noruega.

El éxito de su hazaña no habría sido posible si no hubiera tenido la ayuda en gran medida por los extraños -y cuasi sobrenaturales- conocimientos sobre el desconocido terreno a explorar de un hombre apellidado Hansson.

Era Fridjof Hansson, un hombre especialmente particular. De tez verdosa, diminutos ojos, olor a pescado podrido y manos siempre ocultas bajo gruesos guantes. Este ofreció a Amunsen sus habilidades y su conocimiento de una ruta desconocida pero accesible muy cercana, a sólo 124 millas, a la meta.

Una ventaja nada desdeñable.

El noruego, poco dado a improvisar y en principio reticente, queda asombrado de los amplios conocimientos de la zona aportados por Hansson, y accede a hacerle partícipe de la exploración.

La expedición noruega inicia su marcha el día 19 de octubre y se adentran en el desierto helado, azuzado por un Hansson cada vez más nervioso. Éste insiste en la premura para aprovechar el comienzo del verano antártico.

Cinco días más tarde, la expedición británica daba comienzo también a su marcha.

Cuando, 34 días más tarde, el 17 de enero de 1912, Robert Falcon Scott, junto con su expedición de cuatro británicos, llegaba caminando hasta el corazón del continente antártico. Habían sufrido numerosas penurias y llegan al límite de sus fuerzas. A veces parecía que la propia Antártida, habiendo tomado conciencia propia, les retrasaba deliberadamente. Un amargado Scott encuentra los restos del antiguo campamento de Amundsen, el Polheim, la bandera noruega clavada en el hielo y la certeza de haber fracasado.

Amundsen había logrado hacerse con la gloria y ellos habían fallado.

En el interior de una tienda, la expedición noruega había dejado equipamiento para Scott y dos cartas.

Una que se dirigía al rey Haakon y que pedía al británico que le hiciera llegar si se Amundsen no lograba regresar con vida de la Antártida, y otra mucho más perturbadora.

Era una misiva en la que le advertía de un gran peligro.


En ella, Amundsen, abordaba el estudio de lo que, en principio, era una montaña cercana que desafiaba sus conocimientos sobre la geología del terreno. La montaña resultó ser una colosal estructura, presumiblemente abandonada, de cerca de 650 pies.

Les llevó poco tiempo limpiar la capa helada que la cubría solo para descubrir que, la estructura estaba construida con grandes bloques que dejaban pequeños los hallazgos de las grandes pirámides en Egipto. No solo engarzaban unos con otros con la perfección de una pieza de joyero, sino que su superficie estaba plagada de multitud de extraños símbolos que no supieron interpretar.

Era, sin duda, una estructura arquitectónica basada en una geometría no euclidiana.

La entrada a aquel lugar estaba sellada con unos portones de tamaño antinatural nunca vistas anteriormente y más antiguas que el mismo tiempo.

Las puertas se encontraban talladas con extrañas runas y se adornaban con una deidad cefalópoda. Ésta surgía rodeada de pequeños sirvientes y esclavos que la adoraban. Otra interpretación posible es que se alimentara de ellos. Cualquiera de las interpretaciones bastaba para espantar las mentes de sus hombres. Todo aquel lugar estaba impregnado de un silencio sobrenatural y, por la noche, espectrales luces danzaban sobre sus cabezas.

Hansson se arrodilló ante ellas y afirmó excitado que se hallaban en la entrada de la ciudad perdida de R'lyeh. Afirma sorpresivamente que es una ciudad construida hacía incontables eones por seres procedentes de las estrellas sin luz. En su interior yacían el Gran Cthulhu y sus hordas, ocultos bajo enormes salones abovedados, durmiendo intranquilos aguardando ser despertados.

Para Amundsen, no puede ser su interior más que una ciudad cadavérica y de pesadilla, que emana locura y desosiego. Certeza a la que llegan también los perros que empiezan a mostrar conductas violentas alternadas con estados de puro terror.

La expedición noruega decide regresar, sin demora, al día siguiente, una vez recuperadas las fuerzas, para avisar a la humanidad de tan extraño hallazgo.



Son despertados, no obstante, en plena noche por un nervioso Hansson recitando con un lenguaje muy gutural e inhumano, voz en grito, a las puertas de la cicópea estructura, un extraño mantra: "Iä! Iä! Cthulhu fhtagn!". Observan con terror que Hansson ha sacrificado a dos perros de trineo y con cuya sangre ha embadurnado una de las entradas. Porta un machete en una de sus extrañas manos. Son palmípedas y con membranas interdigitales. Ante los ruegos para soltar el machete, Hansson, mostrando una actitud cada vez más hostil y errática, se niega a abandonar el sagrado lugar amenazando al resto de la expedición con su arma.

Tras unos minutos de pesadilla, Hansson se gira y se golpea repetidamente la cabeza contra el portón partiéndosela como una nuez. Sus palabras finales les hacen encogerse el corazón: "He traído a los hombres que me pediste en sueños, Oh gran Cthulhu. Permíteme permanecer a tu lado y ser tu siervo eternamente."

"No es este un lugar para los hombres y debe permanecer alejado de su alcance", dice un atemorizado Amundsen. Lo que yace tras esas puertas no debe salir nunca.

La expedición noruega lanzan al fallecido por una grieta -no merece un entierro cristiano- y abandonan el lugar maldito.

Terminaba la carta rogando a Scott siguiera sus pasos y se alejaran lo antes posible de tan enloquecida ubicación.

El británico deshecha y rompe la carta.

Amundsen definitivamente se había vuelto loco.


El capitán Scott al alzar la vista, descubre espantado la estructura y refleja en su diario: "Dios mío, este lugar es horrible"​.

Frustrado por no ser el primero en lograr la hazaña de llegar al Polo Sur, decide sí ser el primero en entrar al interior de la extraña y ciclópea edificación.

Tras varios días infructuosos, logra acceder junto a tres hombres por una pequeña grieta lateral a su interior. Bowers y Wilson permanecen fuera.

Sólo Scott logrará salir. Visiblemente envejecido.

Scott, con pelo canoso, refleja con pulso tembloroso en sus diarios lo vivido en su interior.

El resto de la expedición sella la grieta y comienza su penosa vuelta a casa.

No lo lograrán.

Morirán de locura y de la hipotermia días más tarde.

El británico y su malograda expedición morirán el 29 de marzo. Sus cuerpos son hallados ocho meses más tarde por un grupo de búsqueda junto a sus escritos.

Scott, en su diario personal, plasma todo lo visto temiendo que la cercana muerte le impida relatar lo vivido.

El diario es confiscado y debidamente alterado para la opinión pública.

DIARIO SIN ALTERAR DEL CAPITÁN SCOTT

"Hemos accedido al interior de la estructura por una pequeña grieta. Nuestros valerosos compatriotas, aun estando débiles por la extraordinaria marcha hacia este lugar han logrado crear un acceso con el material dejado por Amundsen. Es ciertamente este un lugar extraño. Nuestros relojes se han detenido nada más pasar el umbral y toda la estructura parece emanar cierta desesperanza. Se observan imposibles pasadizos, corredores que desafían la gravedad, fosos profundos cubiertos de lechosas nieblas y sensaciones de otras esferas abrumadoras y asquerosas. Un nauseabundo olor a amoniaco impregna todos los rincones. Tras caminar unas horas por su interior, hemos llegado a un gran salón abovedado. Avanzamos hacia su interior sirviéndonos de la luz de nuestras antorchas y de alguna bengala. Las paredes están ricamente adornadas con representaciones protomarinas y se asemeja el amplio salón al de una gigantesca catedral. Es muy posible que toda la estructura tenga un fin religioso. Posiblemente sea un santuario o catedral dedicada a la criatura cefalópoda representada en los portones. No puedo quitarme de la cabeza sentirme continuamente observado desde que entramos en la edificación. Al fondo, en una especie de altar, se halla un inmenso muro cubierto de hielo de unos 165 pies. El capitán Oates y Edgar Evans, tras subirse a varios pilares caídos logran obtener una mejor visión del conjunto en su parte superior. Súbitamente, el capitán Oates, desprovisto de cualquier cordura, se lanza desde lo alto hacia el vacío, precipitándose por una sima. Evans, preso de un terror indescriptible, desciende de los pilares. Me relata, sujetándose frenéticamente la cabeza, que este lugar no es una catedral o un santuario. Este lugar es una tumba. El mural, no es tal, es un sarcófago gigantesco en el que descansa una espantosa  criatura con cabeza de pulpo, cuerpo abotargado de dragón y con alas rudimentarias. Su cuerpo escamoso está recubierto por una especie de masa gelatinosa. Debemos salir de aquí de inmediato. Desandamos presos del terror nuestro camino. Nos parece oír crujidos de hielo partiéndose y sombras que se escabullen a nuestro paso. Al pasar por un pasillo, unas zarpas fangosas atrapan a Evans.  No miro hacia atrás. Oigo huesos quebrarse y sonidos de succión. Acelero mi paso. Tras salir por la grieta, ordeno que la sellen de inmediato. Al salir, mi reloj vuelve a ponerse en marcha. Bowers y Wilson me reciben con gran alegría, habían perdido la esperanza de volver a verme con vida tras una semana perdido. Para mí solo fueron unas pocas horas". 

El diario es fuertemente alterado, permaneciendo sólo frases sueltas inofensivas tal como la última: "Última entrada. Por el amor de Dios, cuida de nuestra gente".

La versión oficial dada es, que en el viaje de vuelta, Scott y sus tres compañeros fallecieron de hambre e hipotermia.


CONTINUARÁ...


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Comentarios

  1. Excelente relato. Me ha gustado muchísimo. Atrapa desde el principio... ¿para cuándo la segunda parte?

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  2. La segunda parte es en cierta medida tu relato USS Nimrod.

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