Translate

La puerta fría - Klaus Fernández



Expandir la palabra de nuestro Señor Cthulhu es una mierda. Llamando puerta a puerta y no te abre ni Dios.

No somos unos viles cazurros. Vamos preparados con nuestro Necronomicón, estamos debidamente identificados con nuestras chapas y también llevamos unos mini libros para obsequiar; "Cantar del mío Cthulhu".

Nuestras tarjetas identificativas son bastantes grandes ya que tenemos unos nombres muy largos. Yo me llamo ChuluKutulu ai Thulhu*, pero todo el mundo me llama Carlos.

Parece que es más sencillo pronunciar este que el mío, glorioso nombre pasado de padres a hijos, sinónimo de conquistadores y susurrado con temor entre infieles. Cuando lo pronuncio con orgullo, dando un zapatazo y dedo en alto, en la puerta suelen responderme que si la pizza que traigo lleva piña o no. Como si fuera un vulgar repartidor.

Nos dijeron en nuestro centro de trabajo, que nada más abrirnos las puertas, debíamos recitar sin demora: "Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn**".

Así romperíamos la voluntad del cliente, doblegaríamos la mente de esta clase inferior y podríamos llevarlos raudos y secuestrados -en una vieja furgoneta- ante la presencia de nuestro Señor.

No debemos de pronunciar correctamente esta frase, con tanto gorro, bufanda y demás vainas, ya que siguen preguntando si la pizza lleva extra de carne y si hemos traído la Pepsi de 2 litros.

Es muy desagradecido este trabajo. Como tenemos un aspecto repulsivo -para ellos, seres inferiores como los humanos- nos disfrazamos con gabardinas, bufandas y gorros. Pasando un calor espantoso. Inmerecido para nuestra especie. Somos de sangre fría y vamos vestidos como payasos.

También hemos llegado a pasar miedo. No sabes quién te va a abrir la puerta. Puede ser un psicópata, un yonki o un pescadero.

Normalmente, clavamos el pie entre la puerta abierta y el marco, para impedir que la cierren, pero hemos dejado de hacerlo. A Yogothoth ai Yog***, Juanito, le reventaron el pie hace unos días. Ahora sólo ponemos cara de pena mientras el retroceso del aire de la puerta al cerrarse nos levanta el sombrero.

Yo creo que nuestra técnica comercial de ir puerta por puerta, la puerta fría, está desfasada. No arroja resultados satisfactorios. Yo no quiero decir nada pero el gran ceporro lleva durmiendo muchos siglos en el fondo del mar, como Bob Esponja, ajeno a las nuevas tendencias de marketing.

Hay una división que se encarga de captar potenciales fieles por teléfono. Se la conoce como "La llamada de Cthulhu". Nosotros la llamamos la línea Katulu, Chuchulo o Cachuli. Es un lío, cada uno de nosotros la pronuncia de un modo.

Estuve unas semanas trabajando pero no me llenaba. El supervisor te da una serie de números de teléfono y debes llamar a pecho descubierto a unos desconocidos. La frase de entrada debe ser siempre la misma: "Discúlpeme, ¿conoce a nuestro Señor y salvador Cthulhu?". Normalmente, cuando te mantienen el teléfono y no te dejan más colgado que un jamón, te suelen preguntar un montón de cosas. Cuando llegan a la pregunta de si lleva piña o no y si estará en casa en 30 minutos, les cuelgo.

Hasta el tentáculo inferior de maleducados.


Representación bastante fiel de nuestra oficina,
quitando que no somos humanos los que llamamos.

Los que se juegan el bigote, tenemos varios como las morsas, somos nosotros. En una baza, entramos en una casa repleta de gatos con una vieja apolillada. Los gatos son seres infernales, habría que matarlos a todos, nos miran con hambre desde tiempos inmemoriales. Esta vieja nos hizo pasar muy amablemente a su cuadra. Con un olor a pis de gato insoportable. Nosotros le dijimos, para cumplir, que era una casa muy bonita.

La vieja nos miraba con cierta lascivia y según iba andando se le iban cayendo prendas. Evidentemente era un muy torpe ritual de apareamiento. Juanito y yo sudábamos abundantemente, revisábamos con miradas furtivas las posibles salidas -una ventana pequeña y una puerta cerrada- mientras intentábamos explicarle las bondades de nuestra religión. La hembra anciana se desprendió de toda vestimenta, se quedó en cueros y exigía que la lleváramos a Cuenca. Le dijimos que en todo caso a R'lyeh pero que se fuera olvidando. Se puso pesadita y la dimos en la cabeza con una figura de esas feas de Lladró. Salimos escopeteados y nos fue maldiciendo por la escalera llamándonos pichas flojas.

La figura en cuestión.


Total, que tenemos poco éxito con nuestra captación de clientes. De hecho, parece ser, que ya es hasta ilegal nuestro método de ir puerta por puerta en muchos países. Menos mal, esto es desgarrador para mis nervios. Yo no he estudiado para esto. Tengo estudios, ¿vale? No soy un zote. Me merezco más.

Y yo te pregunto: ¿Con piña o sin ella?

¡Vete a la mierda!


* En la Ciudad de R'lyeh, el difunto Cthulhu, espera soñando. 

** Carlos.

*** Juanito.

¡No te pierdas el resto de relatos bajo el siguiente enlace!

Registro SafeCreative: 2302093462191 Todos los derechos reservados.


Comentarios

  1. Divertidísimo. La combinación imposible. Pizza con piña... digo ¡Cthulhu con humor! Quiero saber más de Juanito y Carlos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Entrevista al autor Santiago Pedraza

Cuentos para monstruos: Witra - Santiago Pedraza