El Autobús - Mariola Martínez Morales
Mariola Martínez |
Colaboradora Relatos |
Cuatro campanadas anuncian la hora en el silencio de una noche calmada, en el instante en que las puertas del autobús nocturno se abren invitándolo a subir. En cuanto asciende los escalones, es consciente de la enrarecida atmósfera que se respira en su interior. Un conductor de piel albina y un ojo de cada color, le recibe con excéntrica y teatral amabilidad.
—¡Buenas noches, bienvenido! Tome asiento por favor. Hoy, el pase es gratuito.
Y con un amplio ademán le invita a entrar. La exagerada sonrisa del conductor y su atuendo más propio de una función de circo, le hacen estremecer. Camina lento entre los asientos mirando a un lado y a otro, buscando uno en el que sentarse. Las dos urracas que ocupan el segundo asiento a la izquierda giran el cuello siguiéndole con la mirada y chasqueando sus picos. Hay un despertador de campana sobre el reposabrazos de una de las ventanas. Y al fondo, una hiena encerrada en una jaula mastica algo entre sus fauces. Un olor a carne putrefacta inunda ahora sus fosas nasales.
Decide tomar asiento cerca de la salida. Un hombre ciego de avanzada edad, que ocupa tres asientos más atrás, levanta sonriente su sombrero a modo de saludo, el tiempo suficiente para mostrar sus dos incipientes cuernos saliendo junto a las sienes. Su corazón se acelera ante tanta sinrazón. Gira la cabeza buscando la mirada del conductor cuyo reflejo en el espejo retrovisor muestra ahora un rostro sombrío y concentrado en una avenida solitaria.
Ahí fuera la calle ha tornado a blanco y negro. Solo un detalle parece contener toda la gama de colores. Es su habitación, que con todo lujo de detalles aparece representada tal cual, como un oasis, en medio de la glorieta. Al llegar a su altura se inclina pegando su rostro al cristal. Y sin poder contener un gemido de pavor, se ve a sí mismo durmiendo en la cama, rodeado de toda clase de animales.
—Un, dos, tres, ¡despierta!— la voz del conductor resuena inmensa tras su nuca al tiempo que el despertador explota en decibelios de confusión. Da un respingo con el corazón alterado y la cabeza consciente de que todo ha sido un mal sueño. Suspira hondo y al abrir los ojos, el cristal le devuelve el reflejo de una piel rosada, de grandes orejas y un hocico redondo que no le deja gritar. Sin apenas tiempo de reaccionar, y entre macabras risotadas, la hiena, se abalanza sobre él.
Imagen: Suren Manyelyan
Estupendo relato corto de Mariola. Espero ver muchas más en este blog para nuestro disfrute. Si alguien desea publicar su propio material, desde nuestro/vuestro blog, estamos encantados de darle visibilidad. Sólo deberéis poneros en contacto con los administradores.
ResponderEliminarMe ha gustado. Cortita y al pie. El final quizá algo confuso, pero oye para eso está el lector, ¿no? Para darle SU sentido. Enhorabuena. ¿Te inspiraste en David Bowie para el conductor? Espera que te animes a escribir más a menudo y que podamos disfrutarlo aquí.
ResponderEliminarMás bien pensé en Johnny Depp en alguna de sus caracterizaciones. Pero cierto, podría ser un primo de David Bowie
Eliminar¿Qué ha pasado? El mundo onírico de Mariola nos tiene desconcertados y expectantes de nuevos relatos procedentes de su imaginación.
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