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El protocolo Nosferatu - Décimo círculo del infierno (Especial Halloween 2022)

 



Imagen: Jeff Adkins

    Fuimos tan estúpidos. Tan arrogantes. Creyendo que podíamos controlarlos. Dominarlos. Pastorearles como ovejas.

    Bien entrado el siglo XXI todas las naciones, y sobre todo las primeras potencias, habían constatado que usar su costoso arsenal nuclear, aquel creado para dominar el tablón de ajedrez del dominio mundial, siempre terminaría con el mismo resultado: tablas.

    Los países ricos teníamos la bomba atómica, los pobres, guerra química o bombas sucias; el reciclaje de arsenales obsoletos del primer mundo vendidos, a bajo precio, al tercero. En cualquier caso, su uso mandaba a la mierda el planeta. La radiación y las infecciones no distinguían barreras entre países. La destrucción de infraestructuras, del medio ambiente y el bloqueo de recursos naturales dentro de zonas en cuarentena por la radiación o los virus; todo ello, nos ponía a todos los jugadores en un juego de suma cero.

    Hasta las naciones africanas más pobres ostentaban la posesión de algún arma de destrucción masiva en su poder. Evidentemente no lo sabía la opinión pública, eso sería intolerable. Pero en los altos niveles de mando, todos los servicios de inteligencia eran sabedores de quién tenía y quién no. Y lo tenían todas. Nadie quería tener sólo peones en el tablero.

    Por cada nación que no tenía medios ni conocimientos para enriquecer plutonio, había diez países que tenían un stock del que se querían deshacer: material obsoleto, tecnología antigua pero igual de mortífera, a bajo precio. Las armas que ya no cumplían con los estándares de seguridad y precisión eran sustituidas por otras más modernas. Pero a todo el material antiguo había que darle salida. Se vendían ojivas nucleares, fuera de indiscretas miradas populares, a través de la Dark Web. ¿De verdad crees que los países se comunican e intercambian información mediante la red de internet que utilizas tú? En lo más profundo de internet, se consigue de todo. Y las armas nucleares no eran una excepción.

    Haciendo buena la célebre frase de Albert Einstein: "No sé cómo será la tercera guerra mundial, solo sé que la cuarta será con piedras y palos", las armas nucleares habían dejado de ser una opción válida.

    La solución ideal llegó de una mezcla de lo antiguo y lo nuevo. Un virus arcano controlado por alta tecnología. Lo que no poseían todas las naciones eran vampiros.

   La idea era introducir el vampiro en la zona hostil. La infección se extendía rápidamente por todo el territorio. Los daños sobre infraestructuras, medio ambiente y recursos; resultaban mínimos y aceptables. Luego, el virus, podía ser controlado y eliminado a voluntad por el emisor.

    Sólo Estados Unidos y Rusia podían decir en voz alta, dentro del círculo de más alto nivel, que tenían encerrados y controlados en sus instalaciones, al menos a un vampiro de clase Nosferatu.

    Los vampiros se clasifican, según su poder, en clases.

    Los más básicos, los recién convertidos, recibían en nombre de Clase Polidori. Eran torpes, lentos y estúpidos. Solitarios, individualistas, apenas llegaban a la semana de vida. Los Polidori tardaban en ser conscientes de su nueva situación y la mayoría morían de hambre y bajo la exposición del sol. De esos había a patadas y eran fáciles de atrapar.

    Los intermedios, era la llamada Clase Strigoii. Eran más rápidos, poseían cierta inteligencia grupal y tenían una vida útil de una decena de años. Innumerables países europeos y asiáticos los adquirían en el mercado negro. Y de regalo les daban una ojiva nuclear.

    Los superiores, los Nosferatu, eran escasísimos. Brutales, sumamente inteligentes. Eran escurridizos, difíciles de capturar. Muy ancianos, llevaban entre nosotros miles de años. Que se supiera sólo tenían un espécimen: Estados Unidos, China y Rusia. Corea del Norte afirmaba tener hasta dos, pero llevaban mucho tiempo jugando de farol como para que, a estas alturas, alguien les tomara en serio.

    Los chinos capturaron a uno, en diciembre del año 2019, en la ciudad de Wuhan. El Nosferatu había enloquecido y prácticamente había diezmado la ciudad al completo. El gobierno chino aisló la ciudad. El Nosferatu fue capturado y, para dar credibilidad a su versión, se creó una cortina de humo. Se liberó un virus SARS-CoV-2. A los chinos les dio igual que matara a millones de personas. La mayoría eran víctimas del virus vampiro descontrolado. Ellos poseían su vampiro Nosferatu y lo demás era prescindible. Apenas nada de lo que realmente sucedió se filtró a la opinión pública. No deja de ser irónico que se dijera que la infección proviniera de un murciélago.

    En cambio, los rusos capturaron al suyo de un modo mucho más sencillo. Entre los restos radioactivos del desastre de la central de Chernóbil del 86. La vampiresa había decidido terminar con su vida haciendo explotar el cuarto reactor nuclear. Lo único que consiguió fue ser capturada al encontrarse debilitada por la radiación. Fue encerrada en unas instalaciones ultrasecretas en Siberia.

    El modo de cómo consiguieron los americanos el suyo, aún hoy es un misterio. Lo poco que se sabe es que está cautivo, y a buen recaudo, en la infame Área 51.

***

    Tras la invasión de Taiwán por parte de China, Estados Unidos tomó parte en el conflicto posicionándose al lado del pequeño estado insular y tras múltiples e infructuosas conversaciones, liberaron a su arma más secreta en territorio chino. Que, evidentemente, no fue un arma nuclear.

    Se activó "El protocolo Nosferatu".

    Un vampiro de clase Nosferatu. Modificado con un chip diseñado por las Industrias Nikola para que no pudiera traspasar las fronteras chinas. De hacerlo le reventaría la cabeza.

    El plan era sencillo. Contagiaría a toda la República china y una vez que hubiera infectado a sus 1400 millones de habitantes, el presidente americano, cómodamente sentado en su sillón de la Casa Blanca, pulsaría su nuevo botón rojo, ahora de color negro, y al Nosferatu le estallarían los sesos. Toda su progenie, al morir su hacedor, fallecería a la vez.

    Era un arma mucho más limpia y ecológica que una vulgar arma nuclear. Joder, si hasta tendrían que darle el Premio Nobel de la Paz.

    Pero no sospechábamos de la inteligencia del Nosferatu. No nos imaginábamos que nada más pisar suelo chino se comunicaría mentalmente con todos los de su clase. Habíamos liberado a la abeja reina. Sus zánganos dormidos empezaron a levantarse por todo el planeta. Incontrolables. Innumerables. Llevaban años esperando su momento.

    El Nosferatu liberado tardó cinco segundos en arrancarse el chip de la cabeza. No había vivido tantos siglos para que pudieran dominarle como a una cabra.

    Tardó otros pocos segundos en decidir el destino de la humanidad.

    Aniquilación total y absoluta.

    Esa orden mental llegó a sus hermanos Nosferatu en Rusia y Estados Unidos casi al instante. Se constató que Corea del Norte no tenía ninguno. Quizás un Polidori medio muerto de hambre y entubado. Poco más.

    Como un enjambre, iniciaron la infección a nivel global.

    Ante ese escenario, la directiva de seguridad denominada Vurdalak entró en escena. Era el seguro de vida de los más acaudalados, de los billonarios, de la élite. También fracasó. Los ricos y sus familias disponían de dos horas para refugiarse en búnkeres cerrados automáticamente durante cinco años. Ubicaciones con todo tipo de comodidades y lujos. Spas, cines, pistas de baile. Hasta un campo de golf. A prueba de bombas nucleares y con víveres para sobrevivir quince años.

    Una niña, hija de un senador tejano, entró infectada en uno de ellos. Nadie pensó en que esa criatura de poca edad pudiera estar incubando el virus vampírico. Tras sellarse las puertas, también se selló el destino de los que ahí se habían resguardado. Nadie sabe lo que saldrá del búnker dentro de cinco años.

    De los otros búnkeres tampoco hay noticias.

    Se tiene constancia, de que al menos en dos, no se llegaron a suministrar los víveres necesarios para todo el tiempo de encierro. Se sospecha que se han producido actos de canibalismo en ellos.

    Todavía hoy hay dudas de la razón por la que los Nosferatu decidieron acabar tan drásticamente con su fuente de alimentos principal. Yo creo que se cansaron de nuestra existencia. Les resultábamos demasiado vulgares ya. Nuestra sangre ni siquiera era apetecible. Una sangre demasiado contaminada con comida ultra procesada y mil enfermedades. Los animales tenían una sangre más dulce y nutritiva.

***

    Y ahora yo estoy aquí. Un simple técnico operario con acceso a todo nuestro arsenal nuclear.

    Las hordas de vampiros llevan horas golpeando mi puerta de acero de la sección del Área 52, una creada tras los horribles eventos que se produjeron tras volver nuestro Nosferatu a su antigua prisión.

    No creo que la puerta pueda soportar mucho más sus envites.

    Aguardo temeroso mi destino.

    Me queda una bala.

    Me volaré los sesos cuando entren.

    Antes iniciaré el lanzamiento de todas nuestras ojivas nucleares.

    No es mala muerte después de todo.

    Que arrogantes fuimos.

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Comentarios

  1. Me ha encantado aportar mis ideas a este relato. ¡Gracias por hacerlo posible!

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