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Una intrahistoria de Rufino (Especial Doppelgänger 2023)

Gracias a Klaus Fernández por dejarme jugar con sus juguetes.
 
—¿Qué es esto? —Rufino entra como un vendaval en La Gruta de Klaus teléfono en mano— ¡Isidrín tiene más seguidores que yo!

Me gustaría señalar, como narrador, que cuando digo La Gruta de Klaus me refiero a su habitación. Ese lugar santo que todo hombre tiene en su casa. Donde se retira a meditar rodeado de todas las cosas imprescindibles de su vida: cómics, libros de Stephen King, figurillas originales de Star Wars, la colección de funkos que, poco a poco, está haciendo sombra a la otra colección… Vamos, rodearse de unas mínimas pertenencias para no volverse loco y darle sentido a la vida.

Vamos a ver, para quien no lo sepa (delito penado con años de cárcel) este es Rufino. Lobo malo de todos los cuentos. Al que le toca pagar el pato siempre.


Rufino en Barcelona

Y la gente dirá:

—Pues no lo conozco.

—Pues ni idea.

—Pues no se parece en nada a como lo imaginaba.

—Lo creía más apuesto.

—Pero qué es ¿un perro?

—Li hin dibijidi sin kili (así, con voz repelente).

Y yo diré: 

—Un poco de respeto. Yo no soy un ilustrador profesional. ¿Qué creéis? ¿Qué cobro 400 euros por portada? Esto es algo que hago de gratis, como homenaje a mi amigo Klaus. Y sí, se me ha olvidado dibujarle la cola.

—¿Y ese Klaus quién es? —dice un lector.

Yo sí sé quién eres tú. Un lector que se va a llevar un bofetón con la mano abierta. ¡Un respeto a mi amigo! ¡Que ha escrito tres volúmenes tres, como en los toros, pero de humor del bueno. Uno de ellos un refrito del anterior (pero no estamos aquí para criticar eso).

Bueno, igual os hago un dibujito también para que tengáis una idea de cómo es Klaus. Aunque ya he avisado que no soy un buen dibujante.


Klaus creando.


Al lío.

Rufino estaba muy disgustado porque Isidrín (su cuñado, que tengo que explicaros todo) tenía más seguidores que él en Instagram.

—¿Por qué no contratas a una profesional como Happy Panda? —se quejaba Rufino.

Rufino, a quien le importan las convenciones sociales menos que ser presidente de la comunidad de vecinos, estaba siguiendo a su creador al sacrosanto interior del baño.

—¿A quién? —decía Klaus mientras ya se bajaba los pantalones porque no aguantaba más.

—A una influencer de prestigio. Alguien que pueda levantar mi imagen. Mira —dijo Rufino plantando la pantalla del móvil frente a un Klaus, indefenso, sentado a la taza—. Los tres cerditos: 47M seguidores. Las siete cabritillas: 60M. Caperucita Roja: ¡153M!
»Está haciendo trampas, claro, con que, si salgo ahora con Leñador, que lo dejamos, que nos reconciliamos. Está más tiempo en pantalla que Tamara. Un bailecito de TikTok a la semana... Y ya está hecho. ¿Qué te pasa? Esto es grave ⸺se desespera Rufino al ver que Klaus no reacciona ante sus justas quejas.

—Tengo paruresis —dijo Klaus cabizbajo.

—¿Es grave? ¡No me digas que te estás muriendo!

—No. No es eso. Es el síndrome de la vejiga tímida. No puedo hacer pis con gente delante. Por favor, ¿te importaría contarme todo esto al otro lado de la puerta?

—¡Ah! Sí, sí. Perdón, perdón —se disculpó Rufino saliendo del meadero.

—Tranquilo que, con el próximo relato lo vamos a petar, Rufi —la voz de Klaus, tras la puerta, sonaba deformada, como si hiciera un esfuerzo—. Rufino Bond: Come y deja comer. ¡Eh! ¿Qué te parece? ¿A quién no le va a gustar un agente secreto lobuno?

—Se te ha acabado ya la creatividad ¿no? —decía un decepcionado Rufino—. Estás rebañando la tapa del yogur de las ideas. Así que, ¿esto significa hacerse adulto?: descubrir que nuestro padre es como cualquiera. Del montón.

—¿Qué tal "El señor de los lobillos"? —Klaus sigue usando el tópico típico de que el baño es el mejor lugar para crear— ¿"La perra de las galaxias"? ¿"Lobo letal"? ¿"Lobodator"? ¿"Batwolf" o mejor "Superwolf"?

—Se te han acabado las ideas, ¿verdad? —Rufino ya se ha sentado en el suelo, con la cabeza entre las rodillas, empieza a deprimirse— Ya solo puedes recurrir a resucitar viejas películas de los 80. Has escurrido el final del flax, soy un chicle sin sabor pegado bajo una mesa. Soy las migas de la bolsa de gusanitos.
»Ahora entiendo por qué me has vendido para que otras manos escriban mis historias: te quieres deshacer de mí. Como un juguete roto. 

Klaus, luchando contra la digestión de unos tacos mexicanos con extra de picante, la falta de un papel decente y el intestino de un señor mayor; tuvo una revelación. No podía fallarle a alguien que era más que un amigo. Rufino es lo más parecido a un hijo que tiene. Entonces surgió una de esas épicas reacciones de las que solo se consiguen tras haber tocado fondo. Consiguió deshacerse de todos sus lastres y, hecho un titán de la creación, se revolvió como solo un Máster del Universo del Marketing puede hacer: realizó varias llamadas. Era el momento de cobrarse favores debidos hacía tiempo.

Sonó la inconfundible cadena del baño.
 
La puerta del baño se abrió tan de repente que Rufino, apoyado contra ella cayó al suelo de espaldas. Mirando en dirección a la entrepierna de Klaus (por fortuna ya estaba cubierto).

—¡Tengo la solución! —dijo Klaus exultante ante un hundido, pero con la esperanza dibujada en su mirada, Rufino—La próxima semana serás uno de los jugadores número 11 en la King's League.
»Si eso no sube tus seguidores, no sé qué podría hacerlo.
—Eres un genio, Klaus —tuvo que admitir Rufino.
—¡Venga un abrazo! —ofreció Klaus.
—Te has lavado las manos antes de salir ¿verdad?
—No.

Rufino: un tipo fiable.


Si quieres leer las aventuras completas de Rufino lee la edición especial

¡No te pierdas el resto de relatos del proyecto Doppelgänger 2023, dónde diferentes autores reinterpretan los personajes de otros autores!

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Una intrahistoria de Rufino (Text and images) by Alberto Jiménez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
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Fondos: Freepik.com

Comentarios

  1. Muy, muy divertido. Escribir sobre Rufino es dificilísimo y Beto lo hace estupendamente con una historia muy original. Enhorabuena.

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  2. Me parto con Rufino, y Klaus sale tal cual en los dibus.
    S. Cañas

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  3. A mí no me parece tan difícil escribir sobre mi figura. Me ha gustado el relato totalmente ficcionalizado, no obstante demandaré a Beto por la vía penal. Se está forrando.

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