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El infierno verde (Eli Roth, 2013)

 


Hay muy pocas películas que me dé miedo verlas. El infierno verde es una de ellas junto a las de Hostel, Terrifier u Holocausto caníbal. ¿Por qué? Porque sé que voy a pasarlo mal. Y quizás en ello radique su mayor valor. Transmitir una sensación de terror sin haber visto ni una sola escena. No me gusta el gore. No me gustan las cosas burdas. Pero sí me gusta que una película me haga sentir. Me gusta sentir ese miedo primario parecido al de abrir una puerta cerrada donde se oyen gritos.

A fecha de hoy, he conseguido ver las tres partes de Hostel (las dos primeras también de Eli Roth) y Terrifier. Aún me quedaba "El infierno verde" y "Holocausto caníbal". Hoy toca hablar de "El infierno verde".

La trama no puede ser más simplista.

Un grupo de estudiantes activistas viaja al Amazonas para salvar la selva tropical y pronto descubrirán que los han engañado, que no son más que una parte del eje de otra corporación. Tras sufrir un accidente de avión de vuelta, quedan varados en la selva. Exhaustos, heridos, pronto se darán cuenta que no están solos y que ninguna buena obra quedará impune.
 

Empezando por el estupendo eslogan de la película que no se respetó en la versión española. "Ninguna buena acción quedará impune" hasta una demoledora crítica a la sociedad actual.

Eli Roth no es un gran director, es más malo que bueno. No tiene mano para dirigir actores, no tiene demasiada variedad a la hora de presentar las escenas, es un guionista medio decente tirando a malo, pero tiene mucho que les falta a muchos de los llamados directores consagrados. Tiene valor y saca adelante la película que le gustaría ver como espectador. Nadie espera de él una obra maestra (como al sobrevalorado Quentin Tarantino o Christopher Nolan) con personajes de múltiples lecturas, tramas desarrolladas al detalle y conversaciones profundas. Roth te entrega malas películas que no llegarán a ganar nunca nada. Largometrajes que recomiendas si no tienes nada mejor que hacer, pero que al final, en su simpleza, se elevan sobre otras por una razón que soy incapaz de descifrar.

No he visto ni una sola película que pueda defenestrar de Roth. Prefiero una gilipollez de Roth a la nueva obra maestra de Nolan. Me aburre tanto como la eterna alabanza a Pep Guardiola o a Messi. Me cansa el endiosamiento del que disfrutan ciertas personas. Ni Tarantino es el no va más en el séptimo arte ni Guardiola ha inventado el fútbol.

Eli Roth es constante, siempre entrega la misma calidad. Podemos discutir si la calidad es suficiente, pero no te engaña y no te clava cuatro horas de metraje. Te cuenta una historia en 100 minutos y punto. Se agradece muchísimo. Al grano. No quiero que me cuenten desde que Pilates se lavó las manos. A mi modesto entender, pocas películas justifican más de dos horas. Que alce la mano el que cuando ve una película, mira la duración y si es más de 90 minutos ya está diciendo: Uf, qué larga.

El director se ríe de los activistas de cartón piedra (tocando la guitarra, fumando porros) bien protegidos y calentitos en un país occidenttal, de los idealistas, pone a parir a las corporaciones multinacionales y lanza un mensaje demoledor. El dinero lo mueve todo y ,a pesar del supuesto Final Feliz para al menos un personaje, una escena post crédito desmonta esa felicidad al mostrarnos que uno de los más malos no sólo ha sobrevivido si no que además ha ascendido en el rango de la tribu (ahora es el nuevo cazador de cabezas). Tampoco quedan bien paradas las tribus indígenas por mucho que el amigo nos lo quiera vender así. Cierto es que los invaden, pero una cosa es defenderse y otra empezar a comérselos. Incluso practican la ablación femenina.

Curiosidades:

Cuando Eli Roth y su equipo se pusieron en contacto con los aldeanos para que fueran extras en la película, pronto se dio cuenta de que nunca habían visto una película. Para demostrar lo que querían hacer, Roth llevó un televisor y les mostró una copia de Holocausto caníbal (1980). A los aldeanos les encantó (pensaron que era una comedia). Actuaron encantados en la película y al finalizar el rodaje, la tribu ofreció un niño de dos años al diseñador de producción como "agradecimiento" por incluirlos en la película. El diseñador de producción rechazó educadamente

Según el tráiler de la película, los nativos de la selva peruana que aparecen en ella nunca habían sido filmados o fotografiados por ningún occidental.

Una de las pocas películas de terror caníbal que no muestra ninguna representación de violencia contra los animales.

Además, "The Green Inferno" era el título provisional de Holocausto Caníbal (1980) que Ruggero Deodato utilizó cuando estaba rodando aquella película, se cambió por algo más descriptivo e impactante (sobre todo por el uso de la palabra "Holocausto"). Es la película de Deodato, una de las películas de terror favoritas de Eli Roth y una de las que inspiraron su carrera como director.

La película recibió una respuesta elogiosa del escritor de novelas de terror Stephen King, que tuiteó que la película es "como un glorioso retroceso a las películas de autocine de mi juventud: sangrienta, perversa, no podrás mirar en otra dirección".

La tercera y última película de la trilogía e Eli Roth titulada Travel & Punishment de películas de terror sin relación entre sí, comenzando con Cabin Fever (2002 su debut como director), continuando con las dos primeras partes, que cuentan para el director como una, de Hostel I (2005) & II (2007) y concluyendo con The Green Inferno (2013).

Cuatro marcas distintivas de color dividen las clases de la tribu caníbal peruana de la película:

Amarillo: la única pintura de la mujer anciana y líder de la tribu.
Negro: con sombreado facial de amarillo, la única pintura del actual cazador de cabezas de la tribu.
Rojo: Todos los aldeanos.
Blanco: Con sombreado facial de rojo, aldeana femenina sometida al rito de paso (circuncisión femenina).

La película fue criticada por Survival International, que hace campaña a favor de los pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario, por reforzar el colonialismo y respectivamente el neocolonialismo, así como sus estigmas contra los pueblos indígenas, retratándolos como salvajes. Cuando se le preguntó en una entrevista sobre la acusación de que la película perpetúa el estereotipo de que los indígenas son salvajes, Eli Roth dijo: "Lo interesante es que la controversia viene de gente que no ha visto la película. Al grupo de defensa de los derechos del Amazonas que vio la película le encantó y se asoció con nosotros para hacer una recaudación de fondos para la selva tropical.

En España la película no se estrenó hasta 2016, con una tirada limitada de 5 copias (4 salas y también se proyectó en el Festival de Cine  de Cáceres) y fue vista por 114 espectadores. Sólo se proyectó en versión subtitulada.

Los nombres de Twitter del reparto aparecen durante los créditos finales de la película.

Los destinos de las víctimas cautivas se presagian antes del accidente a través de los rasgos distintivos de su personalidad: Jonah y sus problemas de peso, Samantha y su tendencia a tatuarse en exceso todas las partes de la piel, Amy y su depresión/ansiedad revelada con cicatrices de autolesiones en las muñecas por cortarse, Lars y su manía por el cannabis y Daniel y su perspicaz ojo al ver el cadáver destrozado de una víctima del pueblo que había sido castigada (con los huesos del brazo y la pierna rotos en un tótem).


Valoración final:
⭐⭐⭐ de 5.

Entrega lo que promete y se pasa un mal rato, que es justamente lo que quería el director.

Os dejo el traíler como de costumbre.


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Comentarios

  1. Ninguna buena acción quedará impune. También llamado el Sindrome de la amapola alta.
    Hacer las cosas bien puede costarnos caro. Los demás tal vez se rían de nosotros, se burlen de nuestro empeño en mejorar, por hacer las cosas bien. Por parecernos a esas amapolas que sobresalen.
    Este tipo de películas gustan a los que no soportan a ese tipo de gente que trata de mejorar las cosas con la morbosa satisfacción de saber que les fue mal su intento de sobresalir.

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  2. Repite Eli Roth siempre un mismo modelo en sus películas. El sacrificio / suicidio de un miembro de los protagonistas para facilitar la huida de los demás. Y el consabido final agridulce.

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