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Los Papalagi - Tuiavii de Tiavea (recopilado por Erich Sheurmann)

 

Los Papalagi es el nombre que le dan a los Hombres Blancos los nativos polinesios. En el siglo XIX, época de descubrimientos de otros pueblos, y de su colonización por parte del hombre blanco, Erich Sheurmann decidió recopilar los discursos de un jefe tribal a su pueblo. El jefe Tuiavii de Tiavea viajó por Europa, para conocer a aquellos hombres que se cubrían hasta el cuello, y en los discursos dirigidos a los habitantes de su tierra, trata de convencerlos de que el hombre blanco solo trae oscuridad.

Erich Sheurmann fue pintor, predicador y hasta titiritero alemán, en su afán investigador y predicador llegó hasta Samoa donde le pilló la Gran Guerra. Desde la Polinesia viajó a Estados Unidos donde quedó retenido como ciudadano de un país enemigo. En esos días de encierro, cual Cervantes en su celda redactando El Quijote, se dedicó a transcribir los discursos del jefe Tiavii. Así se publicó Der Papalagi: die Reden des Südseehäuptlings Tuiavii aus Tiavea (1920).

Para mí, este libro es una relectura. Un libro que se lee rápido, de unas 100 páginas y con dibujos del gran Joost Swarte. La primera vez fue un choque, allá por los inicios del siglo (de este siglo, malas personas😉), a mí me suponía leer desde el otro punto de vista lo que somos los occidentales. Un estudio antropológico, pero al revés. No del hombre blanco hacia las tribus indígenas sino la visión indígena de nuestro mundo.
 
Sí, ya sé que el mundo actual no es el de principios del s. XX. Sin embargo, la visión inocente del indígena de nuestra sociedad nos da aún qué pensar. Aquello me daba mucho que pensar porque quizá todo estaba equivocado. La costumbre adquirida en la que todo ha de ser así, como la consabida retahíla de Trainspotting.
«Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida…» 
Así, cuando Tiavii habla a los suyos, puede decirles que los Papalagi portan encima a su dios. Una esfera de cristal que llevan atada a la muñeca a la que consultan todo lo importante: cuándo comer, cuándo trabajar o cuándo dormir. Se trata del tiempo. Si son las doce aún no es momento de tener hambre, si son las siete quizá no es el momento de tener sueño. Todo está controlado por el tiempo y siempre falta tiempo siendo la cantidad de este la misma.

Solo hay que echar un vistazo a cómo se titulan los discursos para hacernos una idea de su contenido:
  • Cómo cubren los papalagi su carne o sus numerosos taparrabos o esteras

  • Canastas de piedra, islas de piedra, grietas y las cosas que hay en ellas (refiriéndose a las casas y calles de las ciudades)
  • El metal redondo y el papel tosco (sobre el dinero)
  • Los papalagi son pobres a causa de sus muchas cosas
  • Los papalagi no tienen tiempo
  • Los papalagi hacen pobre a Dios
  • El Gran Espíritu es más fuerte que las máquinas
  • Profesiones de los papalagi, y la confusión que de ellas resulta
  • Los locales de pseudovida y los "muchos papeles" (salas de cine y los libros)
  • La enfermedad del pensamiento profundo (donde él promueve un protomindfullnes)
  • Los papalagi quieren arrastrarnos a su oscuridad
Si bien nos hace replantearnos muchas cosas (lo que me sirve a mí no tiene porque ser el ideal para otro), el discurso es muy engañoso y lleva mucha mala baba encima. El tono de Tuiavii no deja de ser tan condescendiente como lo sería el estudio antropológico de un señor decimonónico sobre los señores con taparrabos. Se toma a chufla lo que no le cuadra, toma a los hombres blancos como una broma, un experimento fallido de la naturaleza. No hay en su discurso ni una cosa buena que no sea Dios. Sí, el Dios cristiano. ¡Qué raro y qué oportuno! ¿No?
 
Veo más la mano de un Sheurmann criticando a su propia sociedad, la alemana que él conocía bien, confrontada con el nivel de vida y la sencillez que había conocido en la Polinesia. Si obvio una tergiversación voluntaria, le tendría que añadir igualmente que es la visión sesgada de un occidental, de un titiritero (con todo mi respeto hacia los titiriteros), no es un académico. Me suena a un buscavidas que encontró en la Polinesia su paraíso soñado. Vale, no tengo razón, soy un mal pensado. Pero hay que tener en cuenta que es lo que escribe alguien que no domina la lengua y de algo que le han contado, transmisión oral o, el resultado es, como decía yo mismo de niño: el teléfono escacharrado. Choque de culturas, lengua, costumbres y fallos de memoria nos traen un documento en el que veo muchos sesgos.
 
Incluso así, sabiendo los límites que tiene lo que estás leyendo, me parece uno de los libros fundamentales que nadie debería dejar de leer.⭐⭐⭐⭐⭐

 

 

 

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