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Hellraiser: Bloodline (Alan Smithee, 1996)

 


Hellraiser: Bloodline es la cuarta entrada en el universo de Hellraiser de Clive Barker, y la última que se estrenó en cines. Aún tiene algún tipo de apoyo de Barker.

Para ser un película de la que tuvo que hacerse cargo Joe Chapelle al renegar de ella su director original, no es mala película.

La película tras terminar de rodarse y tras visionar la distribuidora Miramax un primer corte, exigió al director original Kevin Yagher, que rodara escenas adicionales. Éste se negó al considerar que los cambios desvirtuaban su visión. Entre los cambios, que Miramax demandaba, se introducía a Pinhead mucho antes, las relaciones entre los personajes cambiaban y un final feliz. Yagher se cabreó y la terminaría Chappelle. Al renegar de ella, solicitó que la dirección del largometraje se concediera a Alan Smithee, un alias utilizado por los directores estadounidenses que reniegan de sus películas por diferentes motivos. Miramax la estrenó en Estados Unidos el 8 de marzo de 1996, donde recaudó sólo 9 millones de dólares, sobre un presupuesto de 4 millones. Recibió en general críticas negativas.

¿De qué va?

En el siglo XVIII, un célebre juguetero (Bruce Ramsay) es contratado para crear su mayor obra, la Configuración del Lamento, sin saber que permitirá invocar a los demoníacos cenobitas, entre ellos a Pinhead (Doug Bradley) y a Angelique (Valentina Vargas). Cientos de años en el futuro, el descendiente del juguetero (también interpretado por Ramsay), un ingeniero, ha diseñado una estación espacial que cree que puede enjaular y destruir a los cenobitas.


La película es tanto una precuela como una secuela de las películas anteriores.

Hellraiser: Bloodline ha resistido mal el paso del tiempo. Cierto es que los efectos especiales no se pueden comparar a lo que estamos acostumbrados en el año 2022, pero es que ya en su año de estreno eran baratillos. El perro del infierno se mueve torpemente al estilo Stop Motion, y las estación espacial es un pasillo con muy poca tela que cortar. Los cenobitas aparte de laceraciones varias en la cara están para poco. Y los pocos efectos visuales de rayos y explosiones cantan muchísimo. Os recuerdo que para 1996 ya habíamos visto en ciencia-ficción obras maestras como "Aliens: El regreso", "Terminator 2" o "Star Wars". Es decir, la tecnología para hacer cosas dignas existía, lo que no había era vil pecunio.

Las escenas de finales del siglo XX (1796) están bastante bien y no desentonan, las de la época actual (1996) no tienen mucha historia y las del futuro (2127) son muy deficitarias.

Se nota que muchos han metido mano. En Alemania dónde vivo, hay un dicho que se ajustaría a la perfección: "Muchos cocineros, se cargan la sopa". Hay muchos cabos sueltos, los personajes aparecen y desparecen, nadie hace nada que tenga cierta lógica, Pinhead aparece en un trastero dónde se lava la ropa. Pero lo peor es que la gente muere sin razón alguna, aun sin haber tocado el famoso cubo. Es decir, estaban ahí y ¡zás! lifting de estiramiento facial de regalo, cara desgarrada y otro muesca más para el tío clavitos.

Curiosidades:

Al parecer se le ofreció la dirección a Guillermo del Toro.

La idea original de tres épocas distintas fue de Clive Barker.

Hay una versión de la película en YouTube que se parece mucho a la visión original de Yagher. Se llama Hellraiser IV: Bloodline (Reconstruction Workprint)

Valoración final: 
Curiosa, de las más originales, pero no desprende nada de malicia.

Os dejo el tráiler original de esta cinta que no está tan mal.


Si os habéis quedado con ganas de más cenobitas, podéis revisar aquí el resto de las películas de Hellraiser.

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Comentarios

  1. Por favor, sigue con el resto de las pelis. Me encantan tus reseñas.

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