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Susurros del RMS Titanic - Una aventura de Happy Panda (Especial Halloween 2024)

 



Madrid. Octubre 2024.
Bar "El atún miope"

—¿A dónde? Me propones que vaya a pelarme el culo a un pueblo perdido de la mano de Dios llamado... ¿Terra Mítica? ¿En Canadá? ¿Para qué? ¿Tienen agua corriente? ¿Ya sabes, lo de girar el grifo y que salga agua caliente? ¡Si no tendrán ni internet ni nada parecido allá! ¿Cómo voy a retransmitir mis aventuras en vivo a mis happylovers? —se queja la ilustre influencer Happy Panda mientras se termina de pintar las uñas lanzando la mirada inquisitoria de Torquemada.

El bar, poco frecuentado ya tras el arreón de primera mañana, empieza a languidecer a la espera de volver a resucitar dentro de algunas horas para la comida. Graciela, la joven camarera armada con unos guantes color canario, después de limpiar los aseos empieza a preparar las mesas sin soltar el móvil. Otro camarero, Nelson, cruzado de brazos tras la barra, no deja de mirarle el culo mientras simula oír las noticias en la radio. Un día de estos se va a declarar y que sea lo que Dios quiera. "Del cielo cayó una rosa y tú, mamacita, me gustas para esposa", susurra entre dientes.

—Primero, es Terra Nova y no Terra Mítica como el parque de atracciones de Benidorm, y segundo, tampoco es un pueblo perdido de la costa canadiense lleno de rudos pescadores sino la cuarta isla más grande de Canadá —resopla derrotado Rodri. Su hermana parece que no hubiese ido nunca a la escuela.

—No me está gustando nada como caza la perrita. ¡Véndemelo mejor! ¡Véndemelooooo! —afirma rotunda Teresa Alcantarilla a su sufrido hermano mientras levanta el dedo índice y se pide la hamburguesa especial. Años atrás, dejó la costumbre de chistar a los camareros para reclamar su atención tras una monumental bronca de su hermano.

Qué más da que sean solo las once de la mañana. A sus followers les contará que es una riquísima hamburguesa veggie hecha de soja, judías y aceite vegetal, y regada con lágrimas de unicornio si hace falta.

¿Por qué si uno es vegetariano busca el sabor de la carne? Ah, es por estar en sintonía con el medio ambiente y no resultar ajeno al sufrimiento animal. ¿Entonces por qué les hago el feo de comerme su comida? "Preguntas, preguntas que la atormentan", piensa Happy inmersa en su mundo en el que las cosas normales no suceden con regularidad.

—Y una Coca-Cola Zero, cariño. Algunas tenemos que cuidar la línea y seguimos en el mercado —añade a la aburrida camarera que no se da por aludida con el piropo.

Gracy ni se da cuenta de que la cocina no abrirá oficialmente hasta dentro de una hora. Bastante cabreo tiene ella por dejar a medias el chat con su Brayan. El pobre no encuentra trabajo de lo suyo y está buscándolo sin cesar desde su casa, en calzoncillos.

—Mira Tere —Rodri la coge amorosamente de las manos—. Esto es lo que necesitamos ahora mismo para darle esa imagen renovada que quieres darle a tu canal, lejos de la sal gorda y de lo chusco.

»La ilustre Happy Panda en posesión del diario secreto de uno de los pasajeros del naufragio más famoso del mundo —recita Rodri extendiendo los brazos como si portara una pancarta imaginaria—. Material de primera. ¿A que suena de fábula?

— ¿El Prestige?

—¡No, joder! Ese fue un buque petrolero que naufragó en la costa de Galicia. Hablo de ¡El insumergible! ¡El coloso del Océano! El maldito RMS Titanic.

— Ah, ese. Vi la película. Me gustó. Un poco larga. Leo está divino. ­Ñam —certifica Happy mientras ataca la hamburguesa como una leona a una gacela—. También me hizo gracia el pato que salía vestido de marino. ¿Oye, y que pasó con la piña que llevaba el cuac-cuac?

— ¿Qué pato? ¿Qué piña? —susurra Rodri sin saber a qué se refiere su hermana—. «¿Qué habrá visto?».

—¿Y qué se supone que tiene ese diario de especial? ¡No me lo digas, melón! —se envalentona Happy llevándose el dorso de la mano a la frente haciendo ademanes de desmayarse y se inclina hacia atrás (de paso tira un cenicero)— ¡Me congelo! ¡Me ahogo! Vaya primicia. Más aburrido que el pomo de una puerta.

—¿Y si te dijera que el RMS Titanic fue saboteado desde el interior para ocultar el terrible secreto que transportaba? —baja la voz el hermanísimo para evitar que algún cliente de orejas largas le levante la primicia. Hay que tener sumo cuidado, y ese aburrido paisano bebiéndose un tercio bien podría ser un espía del MOSSAD, de la CIA o del Marca.

Happy enarca curiosa las depiladas cejas y confirma que ahora sí, la perrita está cazando como le gusta a ella.

—Tere, tengo la corazonada que esta vez sí lo vemos a petar ¿Te he defraudado alguna vez?

Antes de que la influencer pueda responder enumerando con sus dedos las veces que se han metido en líos, Rodri la interrumpe eufórico informando que ya ha cogido los billetes de avión para Toronto y que salen esta tarde.


San Juan de Terranova.
Dos días más tarde.

—Derrengada me tienes, ¿seguro que el avión no ha dado la vuelta entera y estamos de nuevo en Madrid? —se queja la influencer nada más pisar la terminal aérea de Terranova. A pesar de que la fundación del aeropuerto data de la II Guerra Mundial, cuando se utilizó como base militar, con el tiempo la terminal ha crecido en tamaño y tráfico.

—Más vale que esto sea canela en rama. No me he metido casi 8.000 kilómetros en el body para que el monsieur sea un farsante. ¿Te contactó él? ¡Dime que no! ¡Que nos la lían otra vez como los gallegos* esos o los bávaros sanguinarios** del año pasado!

Con la paciencia y la sabiduría de un santo, Rodri calla. Menudo viajecito le ha dado su hermanita. Le deberían convalidar purgatorio dos veces.

—No, no. Esta vez he sido yo quien le ha contactado —responde Rodri subiéndose el cuello de borrego del abrigo. 

Al contrario que su hermanita, él sí va bien preparado para las temperaturas de la isla en esta época del año. En cambio, su adorada pariente va mal, muy mal, fatal. Muerta de frío. Tocará ir a comprar ropa. Como siempre. Un poco más y viene en chanclas y una sombrilla. Porque él espera que el bulto alargado que lleva en su mano sea su palo selfie. Happy no puede ser tan tonta.

El castañeo de los dientes de Happy refuerza la presunción de Rodri. Amorosamente, se quita la cómoda y caliente parca y se la coloca a su hermana sobre los hombros. Mira que la quiere, aunque no hay día que pase que no le ponga de los nervios. Tere se lo agradece tirando la sombrilla a una papelera.

—Hace algunas semanas, mi amigo Pantumaka, con el que hice un par de programas del canal "El gato cojo", me llamó…

—¿Tu amigo Antxon, el cansino? —la interrumpe Happy, que cuando tiene algo que decir le da igual cortar en seco a quien sea. No vaya a ser que, si espera su turno, luego se le olvide la perla que tenía que compartir al mundo—. ¿Ése al que le que le gustan las mismas gilipolleces que a ti? ¿El que dice que la Tierra es hueca por la "mitá"? ¿El de que "estamos regidos por lagartos disfrazados"?

—Sí, ése. Es un tío muy majo, aunque te reconozco que lo de la Tierra Hueca es de traca. A lo que voy. Navegando por Internet se topó con un documental del 2012 sobre el Titanic a raíz de los cien años transcurridos tras su hundimiento cerca de la isla de Terranova (si se puede llamar cerca a estar a casi seiscientos kilómetros del naufragio).

Entretanto, Happy, que no ha dejado de bostezar como un lobo marino, espeta a su hermano que acelere el ritmo de la narración.

—Me dijo que era un documental bastante aburrido a excepción del testimonio de uno de los entrevistados. Un tal Bricoux. Lo presentaban como uno de los muchos fanáticos conspiradores del hundimiento, le prestaron poca credibilidad y apenas salía diez segundos. Pero había algo raro en la mirada de Bricoux, algo que merecía la pena investigar. Material de primera. Me confesó que antes de llamarme a mí ya había contactado con otros compañeros pero que estos no tenían los chakras abiertos, se habían reído de él, le recordaron que les debía dinero y le habían mandado ahí dónde amargan los pepinos.

»Indagué por las redes. Encontré el documental. El desaliñado hombre del documental compartía el apellido Bricoux con uno de los miembros más jóvenes de la orquesta del Titanic. Además, Bricoux era casualmente uno de los integrantes del que jamás se recuperó el cadáver. ¿Podría ser un descendiente directo de él? ¿Podría realmente disponer de alguna información recogida de primera mano?

—¿No dicen que la orquesta no dejó de tocar en ningún momento durante el hundimiento? —añade Happy orgullosa por recordar este peculiar dato—. ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo, campeón? ¡¿Eh?!

—¡Olé, mi niña! ¡Aún hay esperanza para ti, Tere! ¡Al final no hice mal negocio al cambiarte por un botijo en el Rastro de Madrid —responde entre risas Rodri—. El apellido Bricoux es muy raro en Terranova, así que no me fue difícil encontrar dónde vive el hombre. Me puse en contacto con él hace una semana. Estaba deseando que alguien le creyese. Y lo mejor de todo, dice tener un diario y pruebas fehacientes de lo que realmente pasó en el transatlántico.

—¿No será el tío ese raro de la pajarita que está venga mirarnos desde que salimos del aeropuerto? ¡Dime que no!

—Es él —confirma Rodri levantando el brazo para saludar al hombre vestido con un traje oscuro, de corte anticuado, como de principios del siglo pasado—. ¿Señor Bricoux? Disculpe mi inglés. Gracias por recibirnos. Soy Rodrigo Alcantarilla y ella es la afamada influencer Happy Panda.

Bricoux asiente y, tras ayudarle a cargar las maletas en su destartalado Ford F-150, le chapurrea en un digno castellano que no hace falta hablar en inglés.

A Happy le place sobremanera poder seguir hablando el idioma de Cervantes, aunque por supuesto ella cree que se hubiese defendido más que dignamente en inglés (mentira). Rauda y sin preguntar ocupa el asiento junto al conductor. A su hermano le deja el dudoso honor del asiento trasero de la camioneta. Sin perder más tiempo y deseosa de respuestas, pregunta a lo bruto y sin rodeos al joven:

—¿Qué parentesco le une con el miembro de la orquesta del Titanic?

—Oh, en realidad... ninguno. —responde el hombre con una sonrisa perturbadora mientras arranca la camioneta—. Soy el mismo Roger Bricoux del Titanic y tengo más de 120 años.

Happy toma mentalmente nota para pedirle el nombre de las cremas que usa. Del sastre que le viste desde luego que no.


Roger Bricoux

Cabaña de Roger Bricoux cerca de la costa.
Algo más tarde.

Tras cruzar la puerta de la humilde morada de Roger, el fuerte y característico olor de la mar salada y de las algas asalta a los invitados. En el habitáculo reina una semioscuridad solo rota por un lastimoso rayo de sol iluminando el eterno catre deshecho de Bricoux. Los muebles del interior son sencillos y rústicos, algunos desvencijados, la mayoría cubiertos de polvo. Una vieja mesa de madera ocupa el centro rodeado de tres sillas que han vivido tiempos mucho mejores. Una triste red de pescador colgada de un oxidado garfio es la única decoración presente.

Bricoux les invita a tomar asiento con la promesa de contárselo todo. De poco le ha servido a Happy insistirle para que soltara alguna primicia durante el trayecto. Rodri, más comedido y respetuoso, optó por callarse.

—Les doy las gracias por venir. Todos me toman por loco. Y que estuviera ingresado más de veinte años en un hospital psiquiátrico tampoco ayuda ¿no es cierto? —sonríe de lado Bricoux mientras se sirve un trago de una polvorienta botella de vino.

Tras terminarse de un trago el morapio, se disculpa por su poca hospitalidad y les sirve a los hermanos en unos vasos de aspecto lechoso que ya estaban presentes encima de la mesa.

Happy acostumbrada a otros lujos, frunce el morro y piensa que no tocaría el vaso ni con el palo telescópico que usa para los selfies. Ya sabía ella que se olvidaba algo importante por las malditas prisas. En cambio, Rodri recoge la invitación y se lo bebe.

Bricoux no se da por aludido por el desplante de la influencer y se termina de una sentada su segunda ronda. Se pasa el dorso de la mano por la boca, toma asiento y suelta la bomba.

—¿Pueden soportar la verdad? ¿Tienen lo que hay que tener para ayudarme?

Rodri y Happy asienten. El sí es muy agradecido y no compromete a nada.

—El viaje inaugural del Titanic era en realidad una tapadera para ocultar el sacrificio masivo a la deidad irlandesa Morrigan por parte de una sociedad secreta estadounidense. Se preguntarán: ¿Y cómo ocultar el asesinato de cientos de pasajeros? Muy fácil, hundiendo el barco antes de que llegara a puerto. Por supuesto, los integrantes del culto no estarían entre las víctimas del naufragio y sobrevivirían milagrosamente en los pocos botes salvavidas.

—¿Perdona? —responde Happy que ya ha pasado a tutearle—. ¿Nos tomas por panolis? ¿Una diosa irlandesa de nombre Morritos como el perro chihuahua de mi vecina?

—Morrigan —corrige Rodri llevándose los dedos al entrecejo—. La deidad irlandesa no es per se una figura malvada, aunque sí una de las diosas más temidas y respetadas de la mitología irlandesa. Asociada con la guerra, la muerte, la profecía y la soberanía, puede ser vista como una figura que incita al caos y la destrucción, pero también como una guardiana de la soberanía de la tierra y del destino de los guerreros.

—Exacto —añade Bricoux—. Una destructora de Mundos sumamente caprichosa y sangrienta. Pero lo que la secta no sabía es que una vieja bruja húngara llamada Madame Zaborski conocía la existencia del culto y de su aborrecible plan—. El joven detiene el relato y los mira con atención. Tiene los ojos vidriosos y no precisamente por la alergia o por recordar tan nefastos hechos.

—¿Y qué es lo que deseaba el culto? — pregunta Happy.

—¿Qué es lo quieren todos? ¡Poder! ¡Poder sobre todas las cosas! ¡Inmortalidad!

»No me creen ¿verdad? Piensan que estoy como una chota. Tengo un diario —lo saca envuelto en papel de periódico de un cajón de la mesa— y multitud de pruebas que demuestran que ni estoy mintiendo ni estoy loco.

—No que va. Ni se nos había ocurrido —miente Happy con la mejor de sus sonrisas—. Ese famoso diario... ¿está escrito por ti? Un poco raro como prueba ¿no es verdad, cariño? ¿Y por qué ahora? Has tenido más de cien años para sacar esta historia a la luz —La influencer entrecomilla la palabra "cien" en el aire estirando y recogiendo los dedos de las manos.

A Bricoux no le cuadra la osadía de la muchacha y que no sepa guardar las formas. Refunfuña, pero responde igualmente a la pregunta.

—A la humanidad se le acaba el tiempo. Supongo que no serán desconocedores de los cada vez más frecuentes maremotos de esta zona, de los bancos de peces muertos, de las apariciones de espectros en la costa aullando. No, por supuesto que lo saben. Nadie puede estar tan ciego. Por esa razón me han contactado ¿no es cierto? Están deseando saber la verdad que se esconde tras estos hechos.

Rodri le ruega a Bricoux que continúe antes de que se dé cuenta que no tenían ni idea.

—Para que puedan entender a lo que mis compañeros de orquesta y yo nos tuvimos que enfrentar, lo que tuvimos que sacrificar, es importante que presten atención —levanta la voz envalentonado Roger—. Pero eso será más tarde. Estoy muy cansado. Les ruego que me perdonen. Me voy a echar un rato.

—¡Me aburroooooooooo! ¿No te quedarás dormido ahora ¿verdad? —se queja lastimosamente Happy a Bricoux— ¡Anda, déjame darle echarle un vistazo a ese diario!

—¡Por encima de mi cadáver! —se revuelve el supuesto muchacho mientras se tumba abrazando al manuscrito como si fuera el salvavidas de su cordura—. Me voy a echar, solo será un rato. Si se aburren, puede recogen un poco por aquí o hacer algo de cena.

—Jolines —le susurra Happy a Rodri—. Este tendrá mucho tiempo con sus miles de años a la chepa, pero yo no. Hacer la cena, dice el amigo. Recoger por aquí. Vaya ofertón. ¡Aquí tenemos para pasarnos limpiando los supuestos 120 años que tiene el colega! Si eso me pongo una cofia, no te fastidia. En cuanto empiece a roncar le pego el cambiazo.

A los pocos minutos, Happy tiene en sus zarpas el diario y Bricoux está abrazando un catálogo de moquetas mojado. Rodri reprueba el acto con un bufido, pero igualmente está maravillado por la desconocida habilidad de su hermana para hacerse con lo ajeno. Quizás sea él el inocente y no su hermana.

La influencer salta directamente a las últimas páginas del diario. No tiene ella paciencia para tanta charleta. Su tiempo es oro.  Es una muy fea costumbre de todos los libros que lee. Así de paso se asegura que si la preguntan cómo termina la novela, no la pillen en bragas, aunque eso implique no enterase de la misa ni la mitad.

Empieza a leer:




Happy termina de leer. Bricoux la observa desde el catre. El hombre se incorpora y se termina la botella de un trago.

—Yo no soy un héroe. Nunca lo quise ser. Me asusté y les fallé a mis compañeros —confiesa entre sollozos Roger—. ¡Solo tenía veinte años, por todos los santos! Ellos siguieron tocando el himno cristiano "Nearer, My God, to Thee" mientras el barco se partía en dos y se hundía entre los gritos de cientos de personas. El objetivo de tocar la canción nunca fue para calmar a los pasajeros y darles un poco de consuelo en esos momentos de desesperación, sino para atar, aprisionar a la Deidad, anclarla a un plano donde no pudiera hacer el mal.

»Tampoco las últimas palabras de Wallace Hartley fueron como dijeron erróneamente los supervivientes: "Caballeros, ha sido un honor tocar con ustedes esta noche" sino "Caballeros será un honor seguir tocando con ustedes".

»Yo no sabía cómo mi acto de cobardía iba a afectar al hechizo de anclaje. Yo sólo quería vivir. Tenía un miedo espantoso. Madame Zaborski, defraudada al verme ocupar uno de los botes salvavidas, me maldijo desde la cubierta. Sus palabras resuenan en mi mente, noche tras noche "Vivirás, Roger, vaya si vivirás. Vivirás para recordar tu cobardía. Durante cientos de años serás un apestado entre los tuyos y te arrastrarás entre los vivos. No encontrarás descanso. Jamás."

»El resto es bien conocido. Solo se salvaron 712 personas de las 2.225 personas entre pasajeros y tripulación que iban a bordo. Lo que nadie ha sabido hasta hoy es que mis compañeros sacrificaron sus vidas para aprisionar a Morrigan en el camarote y que aún hoy sus espectros siguen tocando esta pieza en su tumba marina. No han dejado de tocarla desde entonces.

Atónitos Happy y Rodri no dejan de mirarse. Pareciese que estuvieran participando en un programa de televisión y tuvieran que decidir si jugarse los millones a la ventanilla número cuatro o no.

—Se recuperaron los cuerpos del director de orquesta Hartley, del contrabajo Clarke y del violinista Hume. En cambio, los cadáveres de mis compañeros Krins, Brailey, Taylor y Woodward junto, obviamente al mío, no se encontraron jamás. Avergonzado de mi acción y de las preguntas que me harían los supervivientes sobre el destino de mis compañeros, oculté mi identidad usurpando el nombre de unas de las primeras víctimas del culto. Cuando el RMS Carpathia nos rescatase cerca de las cuatro de la mañana mi nombre sería el de Mason Wetterholm. Y Roger Bricoux pasaría a engrosar la lista de los cuerpos devorados en el mar.

—¡Tela marinera! Perdón por lo de marinera —se disculpa Happy— ¿Y qué pintamos nosotros en todo esto?

—Tras más de cien años, el hechizo se está resquebrajando, debilitando. Los desgarradores susurros de mis compañeros y de otros pasajeros desde la tumba del Titanic llamándome son cada vez más altos. Sé lo que tengo que hacer.  Y ahora es cuando entran ustedes en escena.


Cubierta del buque contenedor "Samuel's Grace".
Mar Atlántico, aprox. a 600 kilómetros de Terranova.

—¿Qué sentido tiene todo esto Rodri? —solloza Happy hundida en el pecho de su hermano—. ¿Por qué nosotros? ¿Por qué Roger nos ha pedido que le acompañemos, que seamos testigos mientras salta al mar y le vemos hundirse en el agua?

—Bricoux sabía que su destino era otro. Que no todo lo había hecho mal. Pero también sabía que ya que no tenía otra alternativa. El tapiz del hechizo se estaba deshilachando. No era lo suficientemente poderoso sin él. Tras tantos años tuvo el valor de enfrentarse a sus miedos y regresar a donde nunca debió irse: a tocar junto a sus compañeros. Todo este tiempo no le pertenecía, era un tiempo prestado, robado. De un modo u otro, Roger murió aquel día. Pero antes tenía que entregarles el diario a las personas correctas. Unas que creyesen en su historia y que supieran hacer lo correcto.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de que lo haremos? Porque después de media hora ya estará muerto ¿no? A todo esto, ¿cómo has conseguido que nos lleve este barco hasta aquí?

—El propietario del barco es un devoto fan tuyo canadiense. ¿No has prestado nada de atención cuando te lo presenté y él te hablaba embelesado? Y respecto a cómo sé qué haremos lo correcto es porque te conozco, Happy. Y sé que debajo de toda esta fachada de tía cool hay un corazón muy, muy grande—. Contaremos la historia de la orquesta y expondremos el culto de "Los Hijos de Morrigan" a la opinión pública. Que la gente se haga preguntas, que dude, que investigue. Defendamos que el pecio del Titanic se respete como una tumba marina y no como un lugar que se pueda visitar por el morbo de una decena de millonarios. A cuanta más gente lleguemos, menos opciones tendrá Morrigan de romper el sello que la aprisiona. Con el sacrificio de Bricoux, hemos ganado algo precioso... Tiempo.

—Oye, me queda una duda. Con todo el tiempo que llevaba sobre esta tierra Roger, ya podía haber ahorrado algo de dinero para no tener que vivir en la choza esa, ¿no? ¿O se lo gastó todo en... —Happy levanta una botella imaginaria de alcohol— ...glu, glu, glu?

—Ya te vale, Tere. No respetas nada. Entre esto y ser fan del Atleti...

Rodri abraza a su hermana y regresa al interior del barco. Happy se queda un rato más fuera mirando como el sol se acuesta con su inmortal amante en el horizonte. Hace un rato ya que la letra de una canción le está dando vueltas en la cabeza. Una canción de súplica y devoción, de buscar la cercanía de Dios en los momentos de más necesidad. Una canción que parece salir susurrando del interior del mar, tocada por unos héroes que, en un momento de gran necesidad, dejaron a un lado sus miedos, su vida y le dieron otra oportunidad a la humanidad. 

Empieza a tararearla.

Muchas gracias a Klaus & Alberto por sus incontables ideas y a Mónica por pulir el relato.

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Hauser - Adagio from Albinoni


Mathias Fritsche - My heart will go on (Epic Version)


Mathias Fritsche - Nearer my God to thee (Epic Version)


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Comentarios

  1. Me encanta Happy Panda y su hermano Rodri. Muy buena historia. ¡Enhorabuena¡ ¿Por qué no hay ya un libro recopilatorio de sus aventuras?

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  2. Lo vuelvo a pedir. El libro de Happy Panda está pidiendo a gritos ver la luz.

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  3. Julia Montoya Jimenez6 de octubre de 2024, 21:23

    Me encanta esa mezcla de humor, historia y miedo. Gracias.

    ResponderEliminar
  4. Liiiibro, liiiibro, liiiiiibro! Ya tienes mogollón de material

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