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Cervantes eran tres señoras - Alberto Jiménez

María de Zayas, Ana Caro y Catalina de Erauso han querido dar la cara, hartas ya de ser ninguneadas por la Historia. Lo que era vox populi en todos los corrillos literarios, al final ha resultado ser cierto. Estaba claro que esa sensibilidad que rezumaban textos como “El coloquio de los perros” hacían sospechar la mano de una mujer detrás. Pues no era una, eran seis.
María de Zayas recibiendo el primer cheque por "La Galatea"

Miles de ejemplares vendidos y traducciones a idiomas que ni siquiera existen. Todo apuntaba a que un lisiado de la guerra de Lepanto, cobrando una mínima pensión en marevedís que no le llegaban para el gasto en velas, no podría haberse mantenido solo de la literatura. Para completar un tocho como el Quijote hay que vivir de algo.

Y es que es conocido de sobra que para triunfar en el Siglo de Oro español te tienes que poner un nombre masculino si quieres vender algo. Esta época estaba llena de testosterona, todo el día con el sable en la mano.

María de Zayas nos confiesa en la entrevista:

El mercado estaba saturado de escritoras. Además nosotras ya veníamos de una trayectoria de trabajos en los que habíamos coincidido. Por ejemplo, redactamos la Constitución que, por lo que sea, al final no vio la luz porque no se le puso en los kiwis a Felipe II, pero yo creo que era un texto buenísimo con chascarrillos de lo mejor que he escrito. Bueno, cuando puse el artículo ese de “Todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna”… Vamos, un no parar de reír (se seca las lágrimas de la risa).

Por aquellos entonces, la figura de Miguel de Cervantes era un auténtico bombón mediático. Regresado de la guerra, herido en combate en la batalla más importante contra el infiel, tan pálido que daba muy bien para los retratos. Una cara muy común que se podía reproducir hasta el infinito hasta por pintores que no le hubieran visto nunca. ¿Acaso sabrías diferenciar a Cervantes del Hombre con la mano en el pecho?

¿Quién es quién?

Catalina de Erauso comenta a esta redacción que ya dieron sus avisos pero que nadie los quiso ver:

A ver, es que, en cierto momento, nos pedían tantas cosas para escribir que ya no sabíamos ni qué inventar. Lo dijo Ana un día que estábamos las tres reunidas, “Oye, ¿y si ponemos alguna pista para que se den cuenta de que todo esto lo escriben mujeres?” De hecho le pusimos “La ilustre fregona” a un texto como para dar una pista a los lectores. Que luego no va de una señora sino de unos pillos que se ganan la vida en los bajos fondos. Lo que te demanda el mercado. Pero es que una ya se cansa de tener un niño colgado de una teta y una pluma de ganso en la mano al mismo tiempo.

Práctica establecida. Las mujeres han tenido que recurrir siempre a Muñecos de Trapo como Miguel de Cervantes, que sirvan como cara de lo que es un trabajo duro y minucioso. Zamora no se ganó en una hora y El Quijote no se escribió con un palote. Las reuniones eran duras, mientras sus maridos cuidaban a la prole, fregaban la loza y aporreaban la ropa en el fregadero del río; estas tres abnegadas currantes de la pluma de ganso discutían sobre cuál sería la siguiente humillación a la que someterían al personaje de Sancho.
Ana revisando la última galerada de "La gitanilla"

En conversación con Ana Caro, una de las tres componentes de este bulo literario llamado Cervantes, nos desvela otros engaños del mundillo:

No hemos sido las primeras. Ni mucho menos. Esto ya se viene haciendo de antiguo. ¡Que le pregunten a Anne Hathaway por Shakespeare! Yo no quiero decir nada. No quiero decir nada pero esa mujer se ha ganado el cielo. Con el marido vestido de mujer todo el día encima de las tablas. Con eso de que las mujeres no pueden interpretar personajes en el teatro, no estamos criando mas que vagos. Y es que muchos hombres viven así: de poner el nombre y el cazo, para recoger los maravedís que otras hemos sudado con tinta de calamar.

Que esto salga hoy a la luz pone las cosas en su sitio. ¡Basta de ocultar la verdad! Si el mercado demanda que sean ex-soldados los que escriban, como Lope de Vega o Quevedo, no es de extrañar que al final salgan productos de puro marketing como el tal Miguel de Cervantes que, ahora sabemos que solo era un hombre de paja en todo este asunto.



Por si queréis revisar otros trabajos de gente que escribía con otro nombre:
 
La novia gitana La red púrpura La nena

Comentarios

  1. Jajaja, muy bueno. El talento al final no entiende de géneros. Tampoco entiendo la que se ha montado por qué sean tres maromos los que escriben con el seudónimo de una mujer. A mí particularmente me da igual. Me gusta el libro y ya está.

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  2. Me he divertido mucho. Que gran generador de historias es el amigo Alberto. Eso no quita, la tremenda injusticia soterrada durante siglos a tan importantes mujeres, sepultadas por hombres de mucha menos inventiva, imaginación o conocimientos. Un chapeau a esas mujeres olvidadas, aunque esta historia sea ficción... ¿o no?

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  3. Los nombres de las mujeres escritoras son reales y coetáneos (más o menos) a Cervantes. Los títulos de sus obras también. Todo lo demás, fake news.😆

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