La urgencia de la vejez - Klaus Fernández
Nunca he entendido la urgencia de nuestros mayores. Cuando están en una época de su vida en la que deben disfrutar de cada minuto de su merecida y bien ganada jubilación, parecen que tienen prisa por todo. Una urgencia desmesurada. Se cuelan en la filas de los supermercados, de las farmacias, exigen que se les atienda los primeros en los bares, chistándoles a los camareros para ser atendidos los primeros -el tiempo es oro- y se impacientan con cualquier trámite. A su parecer, todo va muy lento y despacio. Se vuelven muy intolerantes con la supuesta e inexcusable pérdida de tiempo que les hacen padecer. Algunas veces, tienes arrebatos violentos con este derroche de minutos y simulan que te agreden con un paraguas o un bastón. Tiendo a pensar que es por una cuestión de no querer perder un tiempo precioso en tonterías cuando ya se encaminan a la recta final de sus vidas. Todo minuto es valiosísimo. Pero nuestros mayores no son tan mayores , y recién jubilados pueden quedarles...